Conocida también como «Lobo Polar», está situada en la región de Yamalo-Nenets, muy por encima del Círculo Polar Ártico.
Las condiciones, sobra decirlo, son muy duras.
Es conocida por su cultura del castigo colectivo. Y la temperatura media en invierno es de -20 °C.
Los reclusos han descrito cómo se les castiga por las faltas de otros, obligándoles a permanecer a la intemperie en invierno sin abrigo. A los que no se quedan quietos, los rocían con agua fría.
La nieve cubre el suelo durante meses, para ser sustituida por barro cuando las temperaturas superan el punto de congelación, hacia el mes de mayo.
En verano, los presos se ven obligados a desnudarse hasta la cintura y a quedar expuestos a los enjambres de mosquitos.
Con el verano llegan los días largos que no tienen noche. Todo ello tiene un alto coste físico.
El día a día de Navalny, cuya muerte fue anunciada por el gobierno ruso el viernes, probablemente habrá sido solitario desde que llegó en diciembre al IK-3. Antes de eso estuvo en la prisión de IK-6 de Melekhovo, al este de Moscú.
Había pasado casi 300 días en régimen de aislamiento y últimamente se le permitía un paseo diario en una celda cercana donde el suelo estaba cubierto de nieve.
Todo lo que podía ver fuera de su ventana era una valla alta sin ninguna luz. En invierno, en el Círculo Polar Ártico en el mejor de los casos hay luz de anochecer.
Su lucha desde ahí
Con años de cárcel por delante, Navalny tuvo que buscar formas de seguir siendo relevante.
Presentó denuncias sobre las condiciones carcelarias, las cuales le permitían comparecer ante los tribunales y hacer declaraciones ante las cámaras con regularidad. Intentó crear un movimiento de presos para hacer campaña por mejores puestos en la fábrica de costura de la cárcel.
Hizo ruido para que no lo olvidaran.
Era conocido por su agudo ingenio. Siempre intentaba quitarle importancia a su situación, por duras que fueran las condiciones.
A través de mensajes en las redes sociales y escritos dados a conocer por sus abogados, hablaba de las condiciones en las que estaba recluido, a menudo con más humor del que muchos creían posible.
Describió el día de Año Nuevo en la celda de castigo diciendo: «Es como cualquier otro día: me levanto a las 05:00 y me acuesto a las 21:00. Así que, por primera vez desde que estoy en la cárcel, no puedo dormir. Por primera vez desde que tenía seis años, solo dormí toda la Nochevieja. En general, estoy contento. La gente paga dinero para celebrar el Año Nuevo de una forma inusual, pero yo lo hice gratis».
