En comunidades de La Guajira, el acceso al agua potable, al saneamiento y a la higiene está generando un cambio profundo en la vida diaria de niñas, niños, jóvenes y familias enteras. En lugares donde el agua era escasa, contaminada o difícil de conseguir, ahora se vislumbran nuevas oportunidades de bienestar, salud y dignidad.
Andrés, un joven de 19 años, se levanta cada mañana para operar el sistema de abastecimiento de agua recién instalado en su comunidad. Gracias a este sistema, su escuela y hogares ahora cuentan con agua limpia, lo cual ha fortalecido la asistencia escolar y mejorado la calidad de vida de cientos de estudiantes. Antes, muchos no asistían por la falta de servicios básicos; ahora esos obstáculos comienzan a superarse.
Anyi, de 17 años, recuerda que antes tenía problemas de salud por consumir agua contaminada. Manchas en su piel y enfermedades frecuentes formaban parte de su día a día. Desde que llegó el agua potable a su comunidad, esos síntomas desaparecieron, y también creció su motivación para asistir al colegio y compartir este recurso con su familia.
En una ranchería de Uribia vive Yuraiza, también de 17 años, quien relata que antes emprendían largos trayectos para conseguir agua, a veces incluso desde zonas que también estaban contaminadas. Ahora, con el agua cerca y segura, tiene tiempo para estudiar y contribuir al cuidado ambiental de su territorio. Esta nueva realidad le ha permitido sentirse empleada de sus sueños y con ganas de retribuir a su comunidad.
El proyecto que ha impulsado estos cambios está presente en varias localidades de Maicao y Uribia, llevando agua potable, sistemas de saneamiento y prácticas de higiene a miles de personas. Además, los propios miembros de las comunidades participan activamente en la operación, mantenimiento y sostenibilidad de estos sistemas.
Hoy, esas acciones se traducen en vidas más saludables, niños que regresan a las aulas, jóvenes con nuevas esperanzas y comunidades que fortalecen su vínculo con el agua como derecho y bien esencial.



