¡Ay, la comida! Una bendición y una maldición. Es uno de los placeres más grandes de la vida, pero puede suponer un problema, ya que nuestra mala alimentación puede enfermarnos y, en algunos casos, de forma irreversible. La mayoría de nosotros solemos ser descuidados con esto, pero cuando vemos que nuestra salud empieza a flaquear, ya sea por una prediabetes, una tensión alta o esos molestos kilitos de más, ahí sí empezamos a fijarnos en qué tan perjudicial puede ser.
Hay ocasiones en las que lo que nos impulsa a comer no es el hambre, sino algo más. Puede ser algo que nos angustie o nos moleste, pero la realidad es que sabemos que estamos completamente llenos y, aun así, queremos darnos ese antojito por algo que vimos por ahí.
En el artículo de hoy quiero acompañarte y aconsejarte unos truquitos para aprender a manejar esa ansiedad por comer, así cuidar nuestra salud y también mantener controlado ese tema de los kilitos que tanto nos molestan a todos y que nos generan inseguridad.
Analiza
Antes de nada, tenemos que pensar detenidamente qué es lo que está provocando ese impulso. Hay un sentimiento detrás que tenemos que analizar; si no lo hacemos, jamás podremos cortar el problema de raíz. ¿En qué situaciones se dispara este comportamiento? Una vez comprendas su origen, podrás pensar en alternativas para enfrentarlo. Aunque cada caso es particular, a continuación te daré tres ejemplos de prácticas que me han servido como herramienta para empezar.
Cuestionate
El origen de la ansiedad hace parte de nuestro instinto primitivo de supervivencia, pero a veces este termina tergiversando la realidad y haciéndonos una zancadilla cuando queremos enfrentar nuestros problemas, distorsionando la realidad y haciéndolos más grandes de lo que realmente son. Analiza el origen de esa frustración. Una vez hayas encontrado la verdadera fuente, hazte esta pregunta: ¿Este problema tiene solución? Si la respuesta es sí, da tu mejor esfuerzo para trabajar en ello. Si depende del tiempo, concéntrate en el ahora; las cosas llegarán por sí solas. Si no la tiene, ¡está bien! Muchas cosas están fuera de nuestro control y no tiene sentido malgastar energía preocupándose por ello. Existe un refrán que dice: “Nada es para siempre, incluyendo las cosas malas.”
Practica una actividad relajante
En una ocasión, hablando con una amiga que es profesional en la salud, me sugirió una herramienta que, aunque me pareció poco funcional en su momento, terminó sorprendiéndome. Ella me dijo: “Muchas veces, sin quererlo, nuestra mente está en modo supervivencia, preparada para la pelea o huida. Así que hay que enseñarle que esa no es la única opción. Practica algo que te relaje, pero no tiene que ser necesariamente la meditación; que sea algo que te relaje específicamente a ti.” Lo intenté por un par de semanas y, cuando me enfrenté a una situación estresante en el trabajo, sin darme cuenta, pensé en ese momento en que practicaba aquella actividad. Me llenó una sensación de placer de aquel momento y me calmó.
Inspírate
Piensa bien en el verdadero porqué quieres un cambio en tu vida. Usa tu lado creativo (imágenes, frases motivacionales) para plasmarlo donde desees: en tu billetera con dinero listo para ser desperdiciado, en tu habitación o en tu puesto de trabajo. Lo importante es que puedas observarlo cuando te sientas desmotivado y te ayude a recuperar fuerzas.
Bueno, después de esos consejos, ahora usaremos unas herramientas más prácticas para usar en el momento en que queramos atiborrarnos de comida. Como mencioné antes, nuestro cerebro está preparado para hacernos trampa como mecanismo de defensa ante algo que nos genera temor. Es algo instintivo, así que usaremos nuestra parte racional para prepararnos desde antes.
No mires la tentación a los ojos:
Estudios científicos en los que se han puesto dos grupos de personas, mientras realizaban su trabajo, unos tenían comida chatarra a su lado y otros lejos de su campo de visión, demostraron que las personas que pueden ver ese tipo de alimentos son más propensas a comer de él. Crear un nuevo hábito requiere un esfuerzo muy grande, pero haciendo este simple ejercicio de evitar ver esa tentación te lo hará mucho más fácil. Así que, si sabes que no te podrás resistir a aquellos snacks con tres sellos de advertencia del Ministerio de Salud, lo mejor es que ni siquiera te acerques a ese pasillo del supermercado.
Empieza de a poco
Si haces un cambio abrupto de la noche a la mañana, lo más probable es que te rindas al pasar una semana. Así que empieza progresivamente con metas realistas y ve avanzando poco a poco. ¿Comes productos fritos todos los días de la semana? Bueno, para la primera semana empieza por hacerlo cada 3 días.
Evita tener dinero en efectivo
¿Cerca de tu puesto de trabajo hay una máquina expendedora que te susurra todo el tiempo “ven a mí”? ¿O quizá hay un vendedor ambulante al que nunca le puedes decir que no? Vas pasando por la calle y encuentras un combo de comida rápida en oferta. Bueno, ya que estamos hablando de evitar esa tentación, simplemente quitémonos la posibilidad de permitirnoslo. En lo personal, afortunadamente vivo en la ciudad de Bogotá, donde para poder transportarme no necesito tener dinero en efectivo, sino una tarjeta recargable. Pero como sé que esta opción no es muy realista para muchos de ustedes, tengo una segunda opción: carga siempre contigo un billete de alta denominación para emergencias, pues ni las máquinas expendedoras ni los vendedores ambulantes suelen aceptar estos billetes.
Mantente lleno, pero de la manera correcta
Por ridículo que suene, sí, para evitar comer hay que comer. Cuando estamos llenos, vamos a sentir menos esa necesidad de permitirnos un antojo. El truco es que tenemos que comer de la manera correcta; hay que comer, pero de manera saludable.
Uno de los problemas de la comida chatarra es que está diseñada para generar adicción. Se aprovecha de nuestras “necesidades fisiológicas” de conseguir sales, azúcares y grasas para poder seguir funcionando, dándonos en exceso una de estas ¡o peor! las tres al mismo tiempo. Es esencial limitar este tipo de comida para darle fin a este círculo vicioso.
Para controlar la ansiedad y poder crear saciedad, incluye estos alimentos en tu dieta:
- Fibra: Excelente para controlar la glucosa en la sangre y ayuda al tránsito intestinal.
- Proteína: Fortalece músculos y huesos.
- Carbohidratos: Aunque muchos los han satanizado, son esenciales para una dieta, y más si se piensa dejar el azúcar por completo.
- Omega 3 y 6: Fuentes de grasa saludable.
- Agua: Un gran saciante, desintoxicante y con decenas de beneficios para el cuerpo.
Finalmente, la comida saludable también puede ser deliciosa, solo hay que experimentar un poco. Se pueden hallar opciones de todos los precios, unas ya preparadas, cuyo precio será elevado, y otras mucho más económicas que tendremos que aprender a preparar nosotros mismos. Un ejemplo de esto es la avena, un súper alimento, nutritivo, muy saciante y económico.
Si quieres ver una receta de avena con solo 3 ingredientes, puedes seguir este enlace.




