Desde las selvas de Tumaco, Walter Mendoza, máximo jefe de la disidencia Comandos de Frontera, lanzó un ultimátum escalofriante al país en una entrevista exclusiva donde puso en manos del pueblo colombiano la decisión entre la paz definitiva o medio siglo adicional de conflicto armado.
El temido comandante guerrillero, que controla vastos territorios en la frontera pacífica, reveló por primera vez los términos exactos bajo los cuales estaría dispuesto a entregar las armas y someterse a la justicia, en declaraciones que podrían redefinir el futuro del proceso de paz con las disidencias.
«Hay que avanzar lo que más se pueda en este Gobierno», advirtió Mendoza en un mensaje cargado de presión política, sugiriendo que la ventana de oportunidad para la negociación podría cerrarse definitivamente si no se concretan avances sustanciales durante la administración actual.
La advertencia del jefe disidente sobre «otros 50 años de guerra» representa una amenaza velada que pone en evidencia el poder de decisión que estos grupos armados mantienen sobre la estabilidad del país, mientras el gobierno Petro enfrenta crecientes obstáculos en las negociaciones.
Esta confesión desde el corazón del territorio controlado por las disidencias expone la fragilidad del proceso de paz y la responsabilidad histórica que recae sobre la sociedad colombiana para definir si el país avanza hacia la reconciliación o se sumerge en décadas adicionales de violencia y derramamiento de sangre.