El presidente Gustavo Petro anunció que la cooperación en inteligencia con Venezuela tendrá un alcance limitado y específico: se compartirá únicamente información para ubicar y destruir cargamentos de cocaína, al igual que ocurre con otros países vecinos como Panamá, Ecuador y Brasil. Con esta aclaración, el mandatario buscó responder a las críticas de sectores políticos y de defensa que advirtieron sobre los riesgos de compartir información sensible con el gobierno de Nicolás Maduro, lo cual podría comprometer la seguridad nacional y tensar aún más las relaciones con Estados Unidos, socio tradicional de Colombia en la lucha antinarcóticos.
El anuncio ocurre en un contexto regional de alta tensión militar. En las últimas semanas, el presidente estadounidense Donald Trump ha intensificado su discurso y acciones contra Venezuela, país al que acusa de ser un centro del narcotráfico internacional. Trump reveló que ya se han ejecutado tres ataques contra embarcaciones en el Caribe presuntamente cargadas con droga venezolana, e incluso dejó abierta la posibilidad de operaciones terrestres contra carteles. Asimismo, confirmó la autorización a la CIA para llevar a cabo operaciones encubiertas en Venezuela.
En su discurso ante la Asamblea General de la ONU en septiembre, Trump advirtió que su objetivo es aniquilar a los narcotraficantes y declaró: “A todos los terroristas que trafican drogas tóxicas a los Estados Unidos, les advierto que los eliminaremos por completo”. Como parte de esa estrategia, el gobierno estadounidense mantiene un despliegue de más de 4.000 infantes de Marina y marineros en aguas del Caribe y América Latina.
Adicionalmente, Trump aumentó a 50 millones de dólares la recompensa por información que conduzca a la captura de Nicolás Maduro, a quien acusó de ser “uno de los narcotraficantes más grandes del mundo y una amenaza para la seguridad nacional de EE. UU.”.
En este escenario, la decisión de Petro de cooperar con Venezuela en materia de inteligencia representa un cambio significativo en la política de seguridad de Colombia, ya que históricamente los gobiernos colombianos habían mantenido reservas y distancia frente al intercambio de información con Caracas, debido a la desconfianza política, las acusaciones de que Venezuela alberga grupos armados ilegales colombianos y la falta de relaciones diplomáticas fluidas durante años anteriores.
El momento es particularmente delicado: mientras Estados Unidos intensifica la presión sobre el gobierno de Maduro y refuerza su presencia militar en la región, Venezuela denuncia que Washington prepara una agresión militar. En medio de estas tensiones hemisféricas, la política de Petro busca alinear la cooperación con Venezuela exclusivamente al combate del narcotráfico, intentando evitar choques diplomáticos mayores y marcar una distancia estratégica respecto a la visión militar de Estados Unidos.

