En 2024, la pobreza monetaria en Colombia descendió al 31,8 por ciento, una mejora frente al año anterior que equivale a la salida de cerca de 2,6 millones de personas de esta condición, según cifras recientes del DANE. El presidente Gustavo Petro celebró el dato como el más bajo desde 2012, destacando el avance frente a los efectos que dejó la pandemia. Sin embargo, Colombia aún se encuentra cinco puntos porcentuales por encima del promedio latinoamericano, lo que revela que el progreso ha sido insuficiente frente a sus pares regionales.
El economista Jairo Núñez de Fedesarrollo advirtió que los cambios metodológicos introducidos desde 2020 dificultan la comparación precisa de las cifras actuales con las de años anteriores. A pesar de ello, los datos muestran una recuperación importante tras el duro golpe que sufrió el país durante la emergencia sanitaria, cuando la pobreza superó el 43 por ciento.
Trabajo formal, clave en la salida de la pobreza
Historias como la de Andrés Benítez, maestro de obra en Cartagena, ilustran cómo el acceso a un empleo digno y estable sigue siendo el principal factor para dejar atrás la pobreza. El DANE estima que el ingreso mínimo por persona que marca la línea de pobreza en 2024 fue de 460.198 pesos. Para una familia de cuatro integrantes, esto representa 1,84 millones de pesos mensuales. En ciudades grandes, la cifra puede superar los 2,2 millones, mientras que en zonas rurales apenas alcanza 1,17 millones.
Expertos coinciden en que más del 75 por ciento del avance en reducción de pobreza se debe al empleo formal, mientras que los subsidios estatales, aunque relevantes, tienen un impacto más limitado. Un ejemplo es el de Fanny Quinayas, cuidadora en Bogotá, quien sobrevive gracias a los 181.000 pesos mensuales que recibe del Distrito, señalando que “uno tiene que ser agradecido”.
Las desigualdades regionales siguen marcando el rumbo
El contraste entre ciudades y zonas rurales refleja la gran desigualdad estructural del país. Mientras en Quibdó la pobreza roza el 60 por ciento, en Manizales apenas supera el 17 por ciento. En Bogotá, la pobreza cayó al 20 por ciento, lo que representa 352.000 personas menos en esa condición. El secretario de Integración Social, Roberto Angulo, atribuye esa mejora al crecimiento económico, la baja inflación y el rediseño de transferencias monetarias locales con enfoque en eficiencia y equidad.
No obstante, la pobreza extrema sigue afectando al 11,7 por ciento de la población nacional, concentrándose especialmente en el campo, donde más de uno de cada cinco habitantes vive en condiciones extremas. La brecha entre los más pobres y la clase media también se amplió, con un crecimiento de ingresos reales menor para el 20 por ciento más pobre.
Aún falta coordinación y voluntad política para avanzar más rápido
Pese a los avances, la desigualdad sigue siendo una de las más altas de la región, y el coeficiente de Gini muestra una evolución débil. Las remesas, el alza en el precio del café y el oro, así como la estabilidad de la inflación, han ayudado, pero no son suficientes.
La falta de coordinación entre el Gobierno Nacional y las administraciones locales limita la posibilidad de implementar estrategias eficaces para combatir la pobreza, en un contexto marcado por la desconfianza institucional. Para consolidar los avances, expertos llaman a una cooperación real entre Estado, alcaldías y sector privado, con el objetivo de generar empleo, aumentar la productividad y mejorar la inversión pública.
Colombia ha demostrado que reducir la pobreza es posible, pero aún falta mucho para alcanzar estándares como los de Chile o Uruguay. Solo si todos los sectores reman en la misma dirección, el país podrá superar esta deuda histórica.
