Cocinas para la Paz: Un fogón encendido por la identidad, soberanía alimentaria y construcción de paz en Colombia

Este programa, que  apuesta por  el  patrimonio culinario del país, la soberanía alimentaria y la construcción de paz en Colombia, ha vinculado a más de 2.000 personas en más de 23 territorios, en 13 departamentos.
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Este programa, que  apuesta por  el  patrimonio culinario del país, la soberanía alimentaria y la construcción de paz en Colombia, ha vinculado a más de 2.000 personas en más de 23 territorios, en 13 departamentos.

Con el aroma de las cocinas tradicionales como telón de fondo, el Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes, en alianza con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO- Colombia), continúa fortaleciendo Cocinas para la Paz: un programa que protege y promueve el patrimonio culinario del país, mientras impulsa el derecho humano a la alimentación y el tejido social en comunidades históricamente afectadas por la violencia y la desigualdad.

Creado en 2022, Cocinas para la Paz hace parte de la Política para el conocimiento, salvaguardia y fomento de la alimentación y cocinas tradicionales y del Plan Nacional de Desarrollo 2022-2026. Su esencia radica en comprender que alimentarse no es solamente un acto biológico, sino un acto profundamente simbólico, comunitario y espiritual. Cada preparación, cada receta y cada ingrediente representan una historia viva ligada a la identidad, la memoria y los derechos de las comunidades.

“Cocinas para la Paz ha logrado empoderamiento, sobretodo en mujeres de municipios afectados por el conflicto. Este programa también ha impulsado mapas y rutas de turismo cultural para que a través de ellos se pueda influir en el PAE, el Programa de Alimentación Escolar, un tema que es de vital importancia si estamos hablando de transmisión intergeneracional», afirma la Viceministra de los Patrimonios, las Memorias y la Gobernanza Cultural, Saia Vergara Jaime.

El corazón del programa lo componen las cocinas tradicionales, espacios liderados principalmente por mujeres. En ellas se entrelazan prácticas agroecológicas con redes de solidaridad, liderazgo comunitario y resiliencia. Este enfoque cobra especial relevancia en territorios donde la violencia ha dejado profundas huellas, ya que los fogones se convierten en espacios seguros, de cuidado y reconstrucción social.

En 2024, gracias a la articulación con la Escuela Taller del Ministerio de las Culturas, Cocinas para la Paz llegó a 765 personas del Pacífico colombiano, en municipios de Cauca (Guapi y Timbiquí), Chocó (Quibdó, Bojayá, Medio San Juan) y Nariño (Tumaco, Francisco Pizarro y Pasto). Las jornadas permitieron rescatar recetas, compartir técnicas de cultivo y cocina, y dialogar sobre el papel del alimento como factor de identidad y resistencia.

En 2025, el programa ha desplegado su alcance en 10 departamentos y 24 territorios, con la participación de 1.570 personas: 438 hombres y 1.132 mujeres, incluidos 117 niñas, niños y adolescentes. Entre las comunidades participantes se encuentran campesinos, raizales, afrodescendientes, indígenas y mestizos.

Durante este año, se han llevado a cabo:

  • 576 horas de talleres para adultos, con formación en cultura alimentaria, agroecología, entornos alimentarios saludables y exigibilidad del derecho a la alimentación.
  • 384 horas de talleres para niñas, niños y adolescentes, fomentando desde la infancia el aprecio por los alimentos propios.
  • 384 horas de trabajo comunitario en la caracterización y cartografía alimentaria de los municipios, herramientas clave para identificar y preservar alimentos y recetas en riesgo.

Este trabajo ha permitido recopilar un inventario vivo de cocinas tradicionales, mapear actores comunitarios y reconocer los riesgos que amenazan la soberanía alimentaria local.

Además, en San Pablo, San Antonio de Palmito, Leticia y Providencia se realizaron talleres para la adaptación territorial y cultural de las Guías Alimentarias Basadas en Alimentos (GABAS), promoviendo el consumo de productos locales y sostenibles.

El programa también ha hecho énfasis en la formación de jóvenes como protagonistas de la transformación social.

“Debemos ir sumando para que cada uno, desde su línea, aporte a que esto se convierta en un ecosistema donde todos pueden entender que tienen un estado que los protege y respalda, aquí estamos. Nosotros vamos a cambiar pero ustedes van a quedar no solo como portadoras sino como embajadores de programas como Cocinas para la Paz, para que se convierta en sus procesos de vida, para que los jóvenes reconozcan que los sabores son parte de sus raíces y su tradición, que aprecien y respeten esta cadena que comienza desde el campo», afirma Mónica Orduña, Directora de Patrimonio y Memoria Minculturas.

En total, 951 personas participaron en actividades virtuales, incluyendo asistentes de países como México, Perú, Ecuador, Brasil y Guatemala, lo que refleja el interés regional por el modelo colombiano.​

Lo que viene: una segunda fase para multiplicar el impacto

Entre julio y diciembre de 2025, Cocinas para la Paz entra en su segunda fase en convenio con FAO Colombia. Esta etapa contempla: escuelas comunitarias, estrategias de mercadeo, caracterización de plazas de mercado, talleres y cursos virtuales para jóvenes y adultos.

El segundo semestre también será el escenario del lanzamiento de Sabor, Saber y Memoria, una serie web y pódcast que recorrerán las cocinas tradicionales de Colombia. A través de testimonios, recetas y relatos, se visibilizarán las prácticas alimentarias y saberes ancestrales que han sobrevivido a lo largo de generaciones.

Cocinas para la Paz está alineado con la Agenda 2030 de las Naciones Unidas y aporta directamente a objetivos como: hambre cero, igualdad de género, ciudades y comunidades sostenibles, producción y consumo responsables y paz, justicia e instituciones sólidas.​

Voces que inspiran

“Con Cocinas para la Paz, aprendí recetas que no conocía, compartí conocimientos y enseñanzas a los niños, que son parte fundamental de este proyecto. Ellos son la raíz y la continuidad de mis conocimientos, ellos están aprendiendo para transmitir a futuras generaciones, sienten lo que la tierra, el monte y la selva nos da», relata Big mama – Cocinera tradicional de San Andrés Islas.

“Este programa es una excelencia, impulsar estos saberes es una oportunidad grande que el Gobierno Nacional nos brinda, me siento feliz y satisfecha de transmitir estos conocimientos. Donde hay cocina ancestral al calor del hogar y al calor de la familia, hay paz y tranquilidad. Debemos seguir dando a conocer todas estas recetas y toda esta sabiduría», relata Águeda Rodríguez, cocinera tradicional de Tuta, Boyacá.

Desde FAO Colombia destacan que el programa es un ejemplo de cómo la cooperación internacional y las políticas públicas pueden trabajar juntas para proteger el patrimonio inmaterial. “He tenido la fortuna y la suerte de recorrer el país, Colombia tiene una diversidad cultural increíble y el trabajo de Minculturas de rescatar y conectar las generaciones a través de las cocinas, es fundamental. Programas como este contribuyen a la paz a través del conocimiento y los saberes», señaló Agustín Zimmermann, Representante para Colombia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO Colombia)​.


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