Redacción EXTRA
El secretario de Seguridad de Cali, Jairo García, enfrenta el mayor reto de su gestión ante la escalada de violencia que azota a la ciudad. En las últimas horas, ocho personas fueron asesinadas, elevando la cifra a más de 840 homicidios en lo que va de 2025, 71 casos más que en todo 2024. Cada ocho horas, una persona pierde la vida en Cali, reflejando la gravedad de una crisis que desborda cualquier justificación institucional. La ciudadanía exige respuestas, no excusas.
Los hechos se registraron en barrios como Calimio Desepaz, Charco Azul, Omar Torrijos, Doce de Octubre, La Floresta, Belisario Caicedo, El Calvario y Antonio Nariño, zonas históricamente golpeadas por la desigualdad y el abandono estatal. Las víctimas, entre los 19 y 39 años, murieron tras ser atacadas con armas de fuego y objetos cortopunzante. La inseguridad avanza mientras las comunidades viven entre el miedo y la desconfianza hacia las autoridades.
Confianza
Ante este panorama, Jairo García debe asumir el liderazgo con decisión y resultados visibles. Cali no puede seguir esperando. La Secretaría de Seguridad debe reestructurar su estrategia, fortalecer la inteligencia policial y trabajar coordinadamente con la Policía, el Ejército y los líderes comunitarios. Se necesitan acciones en los barrios más golpeados, inversión en tecnología y vigilancia, y una presencia institucional que devuelva la confianza a la ciudadanía.
El alcalde Alejandro Eder ha reiterado que la seguridad es prioridad, pero las cifras contradicen los discursos. El trabajo entre la Alcaldía, la Secretaría de Seguridad y las fuerzas del orden debe ser más eficiente, articulado y constante. Cali requiere liderazgo real, no solo declaraciones. Cada vida perdida representa un fracaso del sistema y una herida más para una ciudad que se resiste a rendirse.
Inversión
La violencia que vive Cali tiene raíces profundas: desigualdad, desempleo, narcotráfico y ausencia de oportunidades para los jóvenes. Combatirla exige una estrategia integral que combine control territorial, inversión social y justicia. No se trata solo de capturar delincuentes, sino de transformar entornos, recuperar espacios públicos y garantizar que el Estado llegue donde nunca ha estado.
Hoy más que nunca, Cali necesita autoridad, acción y compromiso. El secretario Jairo García debe liderar una ofensiva institucional sin titubeos, con transparencia y resultados medibles. La ciudad no puede normalizar la muerte ni acostumbrarse a la violencia. La seguridad es un deber del Estado y una exigencia ciudadana impostergable. Cali clama por orden, esperanza y paz verdadera.
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