A simple vista, parecía un niño por su tamaño y complexión, pero detrás de esa figura diminuta se ocultaba Vicente Zakcarías Rosso Marciglia, conocido en los bajos mundos como ‘El Enano’, un asesino frío y calculador que no dudó en disparar a sangre fría contra el intendente de la Policía Luis Alberto González, arrebatándole la vida, y dejando gravemente herido al patrullero Diego Armando Burbano Prada.
La madrugada del 23 de febrero de 2024, en el Centro Transitorio de Protección de Medellín, un lugar que debería ser sinónimo de seguridad, se desató el caos. Ubicado cerca de la bulliciosa Plaza Minorista, este centro fue el escenario de una fuga planificada con precisión quirúrgica. ‘El Enano’, recluido junto a otros presos, había trazado su escape con la determinación de quien no tiene nada que perder.
Desde niño, su baja estatura le valió un apodo que muchos considerarían despectivo, pero para él fue el combustible de una ferocidad inusitada. Vinculado a la banda criminal Los Rolex, especializada en el hurto de joyas y artículos de lujo, ‘El Enano’ había caído en manos de la justicia recientemente, pero su ambición y astucia lo mantenían siempre al acecho de una oportunidad para evadir la ley.
Los investigadores revelaron que, días antes de la fuga, una mujer que lo visitó logró burlar los estrictos protocolos de seguridad y le entregó un arma letal, el instrumento con el que sellaría su destino y el de otros. Esa noche, bajo la oscuridad, ‘El Enano’ se acercó sigilosamente a un policía de guardia, le apuntó con la pistola y, tras someterlo, exigió la apertura de las puertas para desatar un escape masivo.
El desorden fue total. En medio de la confusión, Rosso Marciglia disparó contra los uniformados que intentaban contener la fuga. El intendente Dennis Fernando Morales Jaramillo fue abatido, y el patrullero Burbano Prada quedó gravemente herido. La tragedia conmocionó a Medellín y puso en evidencia la vulnerabilidad de los centros de detención.
Durante meses, ‘El Enano’ desapareció de la vista pública, pero su vanidad fue su talón de Aquiles. Usando redes sociales, se jactaba de sus fechorías, incitaba a la violencia y exhibía lujos obtenidos con el crimen. Fue así como los investigadores, con paciencia y pericia, lograron rastrear su paradero en el barrio Laureles, donde fue capturado antes de que se cumpliera un año del asesinato del intendente Morales Jaramillo.
Hoy, un juez avaló el preacuerdo con la justicia que obliga a ‘El Enano’ a cumplir una condena de 27 años y siete meses de prisión, un castigo que refleja la gravedad de sus actos y el compromiso del Estado por proteger a quienes arriesgan su vida por la seguridad ciudadana.
