China ha advertido a sus ciudadanos que no viajen a Japón, intensificando así la reacción negativa ante los comentarios de la primera ministra sobre la isla de Taiwán.
Este dictamen constituye la represalia más contundente de Beijing hasta la fecha a las declaraciones de Sanae Takaichi.
Si bien puede ser más simbólico que otra cosa, la medida sugiere que Beijinng está dispuesto a utilizar su poderío económico para presionar en asuntos geopolíticos, una estrategia ya muy utilizada.
Las recientes “declaraciones abiertamente provocadoras sobre Taiwán” han “dañado aún más el ambiente para los intercambios entre personas… creando riesgos adicionales para la seguridad de los ciudadanos chinos en Japón”, según un comunicado publicado el viernes por el Ministerio de Relaciones Exteriores de China.
El ministerio y sus misiones “recuerdan a los ciudadanos chinos que se abstengan de visitar Japón por el momento”, indicó.
Esta medida es la última muestra de indignación de Beijing en una disputa que se ha prolongado durante aproximadamente una semana, después de que Takaichi, en respuesta a una pregunta en el parlamento japonés, dijera que un ataque chino contra Taiwán se consideraría “una situación que amenaza la supervivencia de Japón” y, por lo tanto, podría desencadenar una respuesta militar de Tokio.
China considera a la democracia autónoma de Taiwán como parte de su territorio y ha prometido tomar el control de la isla, incluso por la fuerza si fuera necesario. Para Beijing, la soberanía de Taiwán es el tema más delicado en sus relaciones con otras naciones: una línea roja que no debe cruzarse.
El Ministerio de Defensa de China advirtió por separado el viernes que Japón “sufriría una derrota aplastante” si se atrevía a intervenir militarmente en el estrecho de Taiwán.
Casi 7,5 millones de viajeros procedentes de China visitaron Japón entre enero y septiembre de este año, la cifra más alta con diferencia de cualquier país o región, según datos oficiales citados por la emisora pública japonesa NHK.
La alerta de viaje surge tras las protestas oficiales de ambas partes relacionadas con el incidente —cada país convocó al embajador del otro— y una oleada de reacciones virulentas contra Takaichi desde dentro de China, donde el sentimiento nacionalista y antijaponés ha ido en aumento en los últimos años.
El distanciamiento se produce menos de dos semanas después de que Takaichi y el líder Xi Jinping se reunieran por primera vez al margen de una cumbre internacional y acordaran buscar relaciones constructivas y estables.
“Un precio muy alto”
La reacción la inició el cónsul general de China en Osaka, Xue Jian, quien el sábado pasado compartió un artículo de noticias sobre las declaraciones de Takaichi y comentó “hay que cortarle ese cuello sucio que mete en todo”, en una publicación en X que desde entonces ha sido eliminada.
Los medios estatales han publicado una avalancha de comentarios y editoriales mordaces, mientras que en las redes sociales se ha desacreditado a Takaichi, la primera mujer primera ministra de Japón.




