A casi un año de su desaparición, la incertidumbre y el dolor siguen marcando a la familia y comunidad de Julia Chuñil, lideresa mapuche de 72 años y presidenta de la comunidad indígena Putreguel. La mujer fue vista por última vez el 8 de noviembre de 2024, cuando salió de su hogar rumbo al monte en busca de animales extraviados. Desde entonces, no se ha sabido nada de su paradero.
Su hijo, Pablo San Martín Chuñil, la recuerda como una mujer humilde, trabajadora y comprometida con la defensa del territorio. “Mi madre no era activista violenta, simplemente quería vivir tranquila, criar sus animales y proteger el bosque. Participó en una recuperación pacífica de tierras ancestrales y nunca imaginó que eso pondría su vida en riesgo”, relata con angustia.
Once meses sin respuestas: crece la presión ciudadana
Cada 8 de mes, desde su desaparición, se realizan manifestaciones en distintas ciudades de Chile para exigir verdad y justicia. Este miércoles no fue la excepción. Las protestas, que contaron con el respaldo de organizaciones sociales y ambientales, podrían escalar: “Si no hay avances concretos antes del próximo 8 de noviembre, convocaremos a una marcha nacional. Esperamos que muchas personas nos apoyen”, advirtió San Martín Chuñil.
Para Rodrigo Bustos Bottai, director ejecutivo de Amnistía Internacional Chile, estas movilizaciones son clave: “La protesta social puede jugar un rol fundamental para exigir al Estado que haga todo lo posible para encontrar a Julia y proteger a quienes defienden derechos humanos y territoriales”.
Acciones del Estado y una búsqueda sin éxito
Desde la Subsecretaría de Derechos Humanos, fuentes oficiales aseguran que el gobierno mantiene su compromiso con la familia Chuñil. A la fecha, se han desplegado drones y aeronaves con tecnología LIDAR durante más de 30 horas de vuelo, además de reforzar las diligencias de búsqueda e investigación bajo supervisión del Ministerio Público.
Sin embargo, los resultados siguen siendo nulos.
Una desaparición que refleja una crisis regional
El caso de Julia Chuñil ha resonado más allá de Chile. Según Gitte Cullmann, directora regional de la Fundación Heinrich Böll, la desaparición es “emblemática” de la violencia que enfrentan defensores ambientales en América Latina. «Julia representa a muchas mujeres indígenas cuyos liderazgos invisibles protegen territorios amenazados, especialmente en el sur de Chile donde las industrias forestales han reemplazado el bosque nativo por monocultivos de pino y eucalipto”, explicó Javier Garate, asesor de políticas en la misma fundación.
Entre 2012 y 2024, cinco personas defensoras fueron asesinadas o desaparecidas en Chile, cuatro de ellas pertenecientes al pueblo mapuche, según la ONG Global Witness. Aunque el país no presenta cifras tan alarmantes como Colombia o México, el riesgo para líderes indígenas es real. “Hay criminalización sistemática, especialmente contra dirigentes mapuche, y se ha abusado del uso de la ley antiterrorista en su contra”, denunció Garate.
Agresiones en aumento y casi total impunidad
Un informe reciente de la ONG Escazú Ahora, respaldado por Greenpeace Andino, muestra una tendencia preocupante. Entre 2023 y 2024 se registraron más de 80 agresiones contra 47 defensores ambientales en Chile. Lo más alarmante: la violencia física se triplicó, pasando de un 14,7 % a un 48,9 % en solo un año. En contraste, la impunidad sigue siendo la norma: solo el 2,1 % de estos casos ha tenido una resolución favorable en tribunales, según la abogada Roxana Núñez.
A casi un año de su desaparición, Julia Chuñil se ha convertido en un símbolo de la lucha por la tierra, la justicia ambiental y los derechos de los pueblos originarios en Chile. Su familia, su comunidad y cientos de ciudadanos continúan exigiendo lo más básico: saber dónde está.




