Chicó FC cayó derrotado ante Tolima en el Manuel Murillo Toro

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En el estadio Manuel Murillo Toro se vivió una noche amarga para Boyacá Chicó, que cayó goleado 4-0 frente a Tolima en la jornada 11 del Grupo A del Clausura. Más allá del marcador, el conjunto ajedrezado cargó con una pesada dosis de mala suerte, que marcó el rumbo de un partido en el que los palos se convirtieron en sus peores enemigos.

La primera gran oportunidad desperdiciada llegó desde el punto penal. Bladimir Hernández, con la confianza intacta, se paró frente al balón y ejecutó con potencia, pero su remate se estrelló con violencia en el vertical izquierdo, ahogando el grito de gol y dejando al equipo con la frustración tempranera de no poder descontar.

El infortunio no terminó allí. En la primera mitad, Chicó volvió a encontrarse con el travesaño tras un disparo de media distancia que sorprendió al portero rival, pero la fortuna decidió ponerse del lado del local. Esa segunda ocasión dejó al técnico visitante con un gesto de incredulidad en la zona técnica, mientras sus jugadores se miraban con resignación.

En el complemento, cuando el marcador ya estaba cuesta arriba, llegó la tercera jugada fatídica. Una rápida transición ofensiva terminó con un remate cruzado que parecía destinado a la red, pero una vez más la pelota besó el palo derecho y se marchó afuera. Tres balones al metal, incluido un penalti, simbolizaron la mala fortuna que persiguió a los boyacenses durante toda la noche.

Mientras tanto, Tolima mostró una eficacia demoledora. Con apenas 13 remates y 10 al arco, convirtió en goles casi todas sus llegadas claras. Los tantos de Marlon Torres, Gonzalo Lencina, Brayan Rovira y Mauricio González marcaron la diferencia entre un equipo que supo aprovechar cada ocasión y otro que fue víctima de su propia falta de puntería y del capricho de la suerte.

Las estadísticas reflejaron una paradoja. Chicó fue el conjunto que más veces remató, con 18 intentos, y aun así terminó con el marcador en contra por goleada. La frustración aumentó al comprobar que la posesión y los pases no registraron cifras significativas, lo que evidenció un juego directo que no tuvo premio.

Al final, la historia del encuentro quedó marcada no solo por los goles del local, sino por la amarga ironía de un Boyacá Chicó que hizo méritos para anotar, pero que se topó con un destino adverso. Tres balones en el palo y un penal desperdiciado dejaron la sensación de que la suerte fue un rival más, imposible de vencer.


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