Entre el 1 de enero de 2024 y el 31 de octubre de 2025, casi un centenar de menores de 18 años fueron ingresados en hospitales públicos de Uruguay por heridas de bala. La cifra se eleva a 98 casos reportados por la red de atención estatal, según datos oficiales.
Los casos no afectan solo a adolescentes; también hay niños muy pequeños entre los heridos. Algunos pacientes tienen apenas dos años, y en total, al menos diez de los lesionados son menores de cinco. La lista incluye heridos de todas las edades intermedias y llega hasta jóvenes de 17 años.
Profesionales médicos advierten que los impactos de bala en niños pueden provocar consecuencias aún más graves que en adultos, debido al tamaño de sus cuerpos y la potencia de las armas. En algunos casos, los menores han necesitado cuidados intensivos o han quedado con secuelas permanentes.
Además, hay voces preocupadas que apuntan a que estos menores no siempre son víctimas inocentes: se ha denunciado que algunos son utilizados como escudos o rehenes en disputas vinculadas al narcotráfico. Según expertos, esta violencia infantil refleja un problema social creciente que exige un abordaje urgente, tanto en seguridad como en salud pública.
