Central Córdoba sorprendió en La Bombonera al llevarse un empate 2-2 frente a Boca Juniors en un duelo donde, pese a tener menores cifras en posesión y disparos, supo aprovechar al máximo las pocas oportunidades que generó. El equipo santiagueño resistió el dominio xeneize y fue efectivo cuando tuvo la posibilidad de atacar.
Los goles de José Florentín a los 62 minutos e Iván Gómez a los 83 le dieron vida a un equipo que había estado contenido gran parte del encuentro. Con tan solo un 37% de posesión, Central Córdoba logró hacer daño en los momentos más oportunos, demostrando que la contundencia puede equilibrar las estadísticas.
En materia de remates, Central Córdoba apenas alcanzó 9 intentos frente a los 24 de Boca. Sin embargo, lo más relevante fue que de esos 9, dos fueron al arco y terminaron en gol. Es decir, logró un 100% de efectividad en los disparos directos, una cifra notable si se compara con los 8 remates al arco de su rival, que apenas convirtieron en dos ocasiones.
La posesión del 37% refleja que el equipo tuvo menos tiempo la pelota, pero no menos carácter. Mientras Boca movió el balón en un 63% del partido, Central Córdoba se las ingenió para transformar su limitada tenencia en jugadas concretas, sin caer en el desorden.
Otro aspecto llamativo fue la precisión en los pases. Central Córdoba completó 330 envíos con un 77% de acierto, cifras inferiores a las de Boca, que alcanzó 551 pases y un 84% de efectividad. No obstante, cada toque de los visitantes estuvo orientado a la salida rápida y la búsqueda de espacios, lo que terminó siendo clave para aprovechar sus ataques.
En el plano defensivo y de intensidad, Central Córdoba mostró un juego más friccionado, registrando 23 faltas contra solo 7 de Boca. Esa agresividad le permitió cortar los circuitos ofensivos del local, aunque le costó recibir cuatro tarjetas amarillas, el doble que su rival.
Finalmente, en balones detenidos, Central Córdoba sumó 4 tiros de esquina frente a los 12 del conjunto local, pero no se dejó intimidar por ese desequilibrio. El empate en La Bombonera fue el resultado de un esfuerzo colectivo que, más allá de los porcentajes adversos, dejó en claro que con efectividad y resistencia también se pueden escribir grandes historias.




