La justicia dio un paso clave en el caso de los cinco jóvenes asesinados en la finca San Jacobo en Cerro Rico de Buga, Valle del Cauca. William Guerrero fue enviado a prisión por orden del Juzgado Tercero Penal Municipal, luego de que la Fiscalía lo señalara como el presunto autor intelectual del crimen que sacudió a todo el país. La captura de Guerrero fue posible gracias al trabajo del CTI y a una fuerte investigación judicial que reunió pruebas contundentes.
El plan
Entre ellas, el testimonio de John James Ramírez, alias JJ, un exguerrillero ya condenado a 31 años de cárcel por estos mismos hechos. Según alias JJ, Guerrero ideó el plan inicial: secuestrar al hijo del dueño de la finca Cerro Rico para exigir entre 2.000 y 5.000 millones de pesos. Pero el intento de extorsión falló y desencadenó la masacre de cinco estudiantes que solo estaban allí compartiendo un fin de semana entre amigos.
Víctimas
Los hechos ocurrieron el 24 de enero del 2021. Las víctimas —Jacobo Pérez, Nicolás Suárez, Juan Pablo Marín, Sara Rodríguez y Valentina Arias— eran jóvenes con futuros prometedores. Dos de ellos acababan de regresar de intercambios en el exterior. Todos estudiaban, soñaban, hacían deporte y tenían planes universitarios. El plan delictivo se salió de control. En medio del caos y un tiroteo aún sin esclarecer del todo, los cinco jóvenes perdieron la vida. Otros dos, entre ellos un trabajador de la finca, resultaron heridos.
Testimonio
El testimonio de JJ fue decisivo: identificó a Guerrero como su ex escolta y lo acusó de contactarlo con miembros de la guerrilla para ejecutar el plan. También mencionó a Catherine Soto, hija del mayordomo, como posible cómplice. Parte de su declaración fue respaldada con pruebas fotográficas presentadas ante la Fiscalía. Aunque la defensa de Guerrero cuestionó por qué JJ no reveló antes esa información, el juez consideró que había suficientes indicios para enviar al señalado a prisión preventiva.
Homenaje
Este crimen no solo enlutó a Buga, sino que dejó una herida profunda en todo el país. La esperanza ahora está puesta en que haya justicia completa y que ningún otro joven vea truncado su futuro por la violencia. En su momento los compañeros de equipo de Jacobo formaron un corredor con sus bastones de hockey cuando el féretro llegó a la catedral de Buga, gesto que mezcló silencio y aplausos en su honor. Dentro del templo, familiares y docentes subrayaron que las cinco víctimas eran estudiantes ejemplares y deportistas entregados, cuyas metas académicas y sueños de futuro quedaron truncados por la violencia que aún reclama justicia.



