En la apacible mañana del 10 de enero, Sogamoso, una tranquila localidad de Boyacá, fue testigo de un suceso que estremeció los cimientos de la comunidad. Ruth Ángela Vega, una respetada comerciante de 54 años, se convirtió en víctima de un feminicidio que dejó a todos atónitos. En medio de la conmoción, la coronel María Margarita Mantilla, comandante del Departamento de Policía en Boyacá, anunció la captura del presunto responsable, David Martínez, un joven de 18 años originario de Bogotá. Lo sorprendente de este caso radica en la rápida acción de las autoridades para resolverlo, y en la declaración del propio López Martínez, quien admitió tener una relación sentimental con la víctima. Este elemento añade una capa de complejidad emocional a un suceso ya de por sí trágico.
La investigación, llevada a cabo por expertos en criminalística, ha revelado detalles impactantes. La reconstrucción meticulosa de la escena del crimen no solo permitió establecer la ruta de ingreso y escape del feminicida, sino que también condujo al hallazgo de prendas utilizadas por el criminal durante el fatídico evento. Este enfoque detallado en la investigación pone de manifiesto la dedicación de las autoridades para esclarecer crímenes que afectan profundamente a la comunidad. Ruth Ángela Vega, una figura respetada en la sociedad de Sogamoso, deja un vacío imborrable. El alcalde, Mauricio Barón, al expresar su consternación, hizo un llamado urgente a las mujeres de la ciudad para denunciar cualquier forma de violencia. Barón destacó la necesidad de la denuncia como una herramienta fundamental para prevenir actos violentos y señaló que, aunque la víctima había experimentado altibajos en su relación, nunca había denunciado previamente episodios de violencia intrafamiliar o maltrato.
