Lo que debía ser un regreso tranquilo de las islas de Rosario y Barú terminó en una pesadilla para Gretel Miranda Álvarez y su acompañante, turistas mexicanos que denunciaron un presunto secuestro exprés en altamar. Cartagena es un destino hostil: turistas mexicanos denuncian robo y secuestro exprés.

Según su relato, fueron obligados a cambiar de embarcación en medio del mar. Tres personas —dos hombres y una mujer— los retuvieron durante varios minutos y exigieron el pago de $1.800.000 para dejarlos continuar. “Ya habíamos pagado $80.000 por el viaje, pero nos dijeron que ese dinero era por usar la isla y la playa”, relató la afectada.
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Pago forzado y abandono en otra playa
La pareja denunció que, mediante intimidaciones, los obligaron a pagar con tarjeta de crédito. El comprobante quedó a nombre de Deportes Náuticos Benson, en Bocachica, isla de Tierrabomba. Solo después del pago, la embarcación continuó el trayecto, pero los dejó en una playa diferente.

“Corrimos al ver una moto con dos policías”, contó Miranda, quien no pudo presentar la denuncia formal por falta de tiempo y porque las oficinas de la Fiscalía estaban cerradas el domingo. El caso ahora está en manos de las autoridades, que aún no identifican a los responsables.
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#RECHAZO 😡 Turistas mexicanos denunciaron que fueron retenidos y obligados a pagar $1.8M para poder regresar a salvo tras un recorrido turístico. La situación generó momentos de angustia y rápidamente se difundió en redes sociales, despertando la atención pública y autoridades.… pic.twitter.com/lVIQuig1To
— Colombia Oscura (@ColombiaOscura_) August 18, 2025
Cartagena en la mira por abusos a turistas
Este nuevo hecho se suma a la polémica reciente por los altos precios autorizados en Barú, donde una limonada cuesta $50.000 y un plato de langosta llega a $600.000. Varios viajeros denuncian que visitar Cartagena ya no vale la pena, pues entre abusos, inseguridad y sobrecostos, la ciudad amurallada se ha convertido en un destino hostil.
El alcalde Dumek Turbay defendió las tarifas como “claras y reguladas”, pero las críticas crecen. Para muchos, Cartagena vive un modelo de turismo excluyente, donde el visitante se siente estafado y la ciudad pierde atractivo internacional.




