La madrugada en un sector rural del Putumayo fue interrumpida por un operativo silencioso pero contundente. Un equipo integrado por la Dijín, la Sijín del Departamento de Policía Putumayo y el Gaula Militar se desplegó con precisión milimétrica para ejecutar la captura de Brayan Alexander Montoya, alias Brayan, un hombre que llevaba más de tres años evadiendo la justicia por el delito de homicidio agravado en grado de tentativa.
La orden judicial en su contra había sido emitida por un juez de control de garantías, luego de que las autoridades recopilaran pruebas sólidas que lo vinculan con un violento ataque ocurrido el 8 de diciembre de 2020, en la vereda Río Negro, municipio de Corinto, Cauca. Ese día, Montoya habría intentado asesinar a su propio padre, un excombatiente que había decidido acogerse al proceso de reincorporación a la vida civil tras militar en un grupo armado ilegal. El ataque, según el expediente, fue perpetrado con arma de fuego y dejó a la víctima gravemente herida, aunque logró sobrevivir gracias a la rápida intervención médica.
Desde entonces, alias Brayan emprendió una fuga que lo llevó a desplazarse entre varios departamentos del sur del país. Fuentes policiales señalan que empleó identidades falsas, trabajos informales y constantes cambios de domicilio para despistar a las autoridades. La estrategia parecía funcionar, hasta que una serie de movimientos recientes despertó las alertas de los investigadores
Agentes encubiertos, trabajo de inteligencia técnica y seguimiento a redes de contacto fueron claves para ubicarlo en una finca de difícil acceso, rodeada por selva y alejada de vías principales. El operativo final se desarrolló en horas de la madrugada, con equipos especializados que cerraron todas las posibles rutas de escape. La captura se realizó sin intercambio de disparos y con el factor sorpresa como principal ventaja táctica.
La aprehensión de Montoya hace parte de la operación THEMIS 2.0, estrategia nacional de la Policía orientada a ubicar y detener a personas vinculadas a homicidios y atentados contra líderes sociales, defensores de Derechos Humanos y excombatientes del Acuerdo de Paz. Esta iniciativa —cuyo nombre evoca a la diosa griega de la justicia— se ha convertido en una herramienta clave para combatir la violencia selectiva en zonas donde el conflicto armado dejó profundas heridas. Según cifras oficiales de la Unidad Nacional de Protección y la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, desde la firma del Acuerdo en 2016 han sido asesinados más de 400 excombatientes, y otros tantos han sobrevivido a intentos de homicidio. La mayoría de estos hechos se concentran en zonas rurales con débil presencia institucional, donde antiguos actores armados ilegales aún ejercen presión y violencia.
Tras su captura, Montoya fue trasladado bajo estrictas medidas de seguridad hasta un centro de reclusión temporal, para luego ser presentado ante un juez de control de garantías. En audiencia, la Fiscalía solicitó medida de aseguramiento intramural, la cual fue concedida, argumentando el alto riesgo de fuga y la gravedad del delito.




