Cali perdió a uno de sus iconos musicales

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Cali perdió a uno de sus iconos musicales más queridos, Aldemar Giraldo Arango, reconocido trompetista que dedicó más de 35 años de su vida a llenar de notas melódicas los estadios y eventos más emblemáticos de la ciudad. Su legado musical resonó en el estadio Pascual Guerrero, la Plaza de Toros de Cañaveralejo y el hipódromo, convirtiéndolo en una figura entrañable para los caleños.

La partida de Aldemar se produjo tras enfrentar cinco isquemias consecutivas que deterioraron su salud. A pesar de los desafíos de la vida, su esposa Carolina Jiménez Delgado; sus hijos Mauricio, Gustavo Adolfo, y Diego Fernando; así como sus nietos Ivanna, Juan Diego, Juan Camilo, Carolina y Pablo Alejandro, se unieron para rendirle un emotivo homenaje.

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Cali

El tributo incluyó la narración de su historia en estas páginas, revelando detalles curiosos sobre el hombre detrás de la trompeta en el Pascual Guerrero. Contrario a lo que muchos podrían pensar, Aldemar no compartía la pasión por el fútbol. A pesar de interpretar con maestría el himno nacional y participar en el minuto de silencio desde la pista atlética del estadio, nunca presenciaba los partidos, incluso si se trataba de una final.

La singularidad de Aldemar Giraldo Arango no solo radicaba en su destreza musical, sino en su enfoque apasionado por la música, independientemente de su falta de interés en el deporte rey. Su legado perdurará en la memoria de aquellos que tuvieron el privilegio de escuchar sus notas resonar en los lugares más emblemáticos de Cali, marcando un capítulo indeleble en la rica historia musical de la ciudad.

Aldemar nació en Aguadas, Caldas, el 16 de agosto de 1947. Cuando tenía 13 años recibió sus primeras lecciones de solfeo e interpretación de trompeta, de parte del maestro Bertulfo Sánchez Rivera. A los 16 ya hacía parte de la banda de músicos del batallón Agustín Codazzi de Palmira y luego de la orquesta Continental.


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