Las adicciones nunca son buenas, o si no, que se lo digan a Adele, quien acaba de superar un duro proceso para hacer frente a una dependencia, que, según ella, ha sido más difícil que dejar de fumar. La artista ha dejado de tomar café por motivos que no ha compartido.
Un desenganche que le ha propiciado un síndrome de abstinencia, cambió físico o mental que aparece en el organismo cuando no recibe una sustancia a la que está acostumbrado.
Este cambio produce efectos secundarios en el cuerpo comonáuseas o vómito, sudoración, temblores y ansiedad, tal y como le ha sucedido a Adele. “Esta semana decidí dejar de tomar café y he tenido migraña toda la semana. Tuve un dolor de cabeza terrible durante dos días porque me lo corté. Mi cabeza estaba latiendo. Era como si hubiera un taladro dentro de mi cabeza. Era mucho. Fue más difícil que dejar de fumar, más difícil que cuando quieres dejar de beber”.
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De hecho, la artista reconoce que tomó unos 25 cafés descafeinados para engañar a su organismo. “Tomé unos 25 cafés descafeinados ayer tratando de engañar a mi cerebro para que pensara que estaba tomando café”. No obstante, la cantante asegura que la adrenalina de los conciertos se ha convertido en el mejor remedio para combatir la abstinencia.
La cafeína y la adrenalina deben ser lo mismo porque en el momento en que subí al escenario y todos comenzaron a cantarme, mi dolor de cabeza desapareció un poco. Un agradable alivio. Así que, si me ves temblando, no te preocupes. También he estado tratando de arreglarlo con azúcar. Cené dos piezas de pastel de manzana esta noche. Comí eso en lugar de comer mi cena normal”.
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