La carretera que conecta Tumaco con Pasto amaneció, una vez más, marcada por el miedo. A la altura del kilómetro 103, en jurisdicción de Llorente, zona rural del municipio costero, fue hallado el cuerpo de un hombre tendido a un costado de la vía. No estaba solo. Sobre él descansaba un letrero escrito a mano, con letras grandes y secas, que rezaba: “Este es uno de los ladrones… faltan más de los que robaron ayer”.
La escena, digna de una película de crimen, dejó sin palabras a quienes pasaban por el lugar. Algunos se detuvieron lo suficiente para mirar de lejos, otros aceleraron sin volver la vista atrás. El mensaje era claro, pero la pregunta inmediata era quién lo había escrito y, sobre todo, quién había ejecutado la sentencia.
Investigaciones
Versiones preliminares indican que la víctima sería uno de los encapuchados armados con fusil que, el pasado martes 5 de agosto, habrían participado en un asalto simultáneo a supermercados Jumbo y a la sede principal de Súper Giros en Llorente. El golpe, según habitantes del sector, fue rápido, preciso y con un alto grado de organización.
Desde entonces, las horas posteriores parecían cargadas de tensión invisible. Y ahora, con este hallazgo, esa tensión se transformó en un mensaje sangriento que habla de venganza. Las autoridades judiciales y militares aún no se han pronunciado oficialmente, pero en la zona se respira el temor a que lo ocurrido sea apenas el inicio de una cadena de represalias.
Justicia
La posibilidad de que grupos armados ilegales o incluso particulares organizados estén tomando la justicia por sus propias manos preocupa a líderes comunitarios y defensores de derechos humanos. En Llorente, el silencio se volvió norma. Nadie quiere hablar más de la cuenta; las miradas se desvían y las puertas se cierran temprano. En un territorio marcado por la presencia de diversas estructuras armadas y por una violencia que parece reinventarse, este episodio se suma a una larga lista de hechos donde el límite entre la ley y la venganza se desdibuja peligrosamente.




