Natalie Reynolds, conocida en TikTok por sus bromas y parodias, ofreció 20 dólares a una mujer sin hogar para que se lanzara a un lago en Austin, Texas. El reto, grabado y compartido en su perfil, buscaba generar impacto entre sus más de dos millones de seguidores. Broma indignante a mujer sin hogar: Natalie Reynolds pierde su cuenta de TikTok.
La situación se tornó crítica cuando la mujer confesó que no sabía nadar. En lugar de ayudarla, Reynolds y su equipo se alejaron riendo. El Cuerpo de Bomberos intervino para rescatar a la víctima.
La grabación desató una ola de repudio en redes sociales. Usuarios, activistas y medios cuestionaron la ética de la influencer por lucrarse del sufrimiento ajeno.
TikTok reacciona: suspende la cuenta de Natalie Reynolds por violar normas comunitarias
Frente al escándalo, TikTok suspendió la cuenta de Reynolds de forma inmediata. La plataforma argumentó que el contenido promovía actos peligrosos y atentaba contra la dignidad de una persona vulnerable.
La suspensión provocó que Reynolds perdiera su principal fuente de ingresos. En respuesta, la joven se trasladó el 9 de junio a las oficinas de TikTok en Estados Unidos. Allí protagonizó un dramático episodio: lloró, gritó y rogó que le devolvieran el acceso a su cuenta.
“Esto es mi vida”, dijo mientras golpeaba las puertas cerradas del edificio. Su reacción también se viralizó, generando nuevas críticas por falta de autocrítica y responsabilidad.
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Sigue activa en otras redes, pero el escándalo la persigue; Broma indignante a mujer sin hogar: Natalie Reynolds pierde su cuenta de TikTok
Natalie Reynolds, de 26 años y oriunda de Los Ángeles, comenzó en TikTok con videos de sincronización de labios y bailes. Más adelante, ganó notoriedad por sus bromas junto a su pareja, Zachary Huelsman.
A pesar de su veto en TikTok, continúa activa en otras plataformas como Instagram y Kick, donde realiza transmisiones en vivo. Sin embargo, sus acciones han dejado una marca difícil de borrar. Muchos usuarios piden que no recupere su cuenta mientras no asuma consecuencias reales por su conducta.
El caso reabre el debate sobre los límites del contenido en redes sociales y la responsabilidad de las plataformas frente a la exposición de personas en situación de vulnerabilidad.