El Banco Central de Brasil anunció una nueva normativa que transformará el panorama del mercado de criptomonedas en el país, con el objetivo de fortalecer la transparencia, la seguridad y la confianza en las operaciones digitales. Estas regulaciones, que entrarán en vigor a partir de febrero de 2026, buscan dar un marco legal sólido a una industria en rápido crecimiento y convertir a Brasil en un referente regional en materia de innovación financiera responsable.
El nuevo reglamento establece que todas las empresas que ofrezcan servicios relacionados con activos virtuales —como intercambio, custodia o emisión de monedas digitales— deberán obtener autorización oficial del Banco Central para operar. Esta medida permitirá una supervisión más estricta sobre el origen de los fondos, las prácticas de gobernanza y la protección de los usuarios.
Uno de los puntos más relevantes de la normativa es la clasificación de las monedas estables (stablecoins), aquellas que mantienen su valor vinculado a una moneda fiduciaria como el dólar o el real brasileño. A partir de ahora, las transacciones con este tipo de activos serán tratadas como operaciones de cambio, sujetas a controles y reportes más rigurosos.
Además, las nuevas reglas amplían las exigencias en materia de prevención del lavado de dinero y financiamiento del terrorismo, obligando a las plataformas a implementar mecanismos más robustos de verificación de identidad, monitoreo de transacciones y reporte de actividades sospechosas.
De acuerdo con el Banco Central, estas medidas buscan equilibrar la innovación tecnológica con la estabilidad del sistema financiero. El organismo considera que el crecimiento del ecosistema cripto representa una oportunidad para impulsar la inclusión digital y la modernización de los servicios financieros, siempre que exista un marco normativo que garantice la seguridad de los usuarios y la integridad del mercado.
Con esta decisión, Brasil se posiciona como uno de los países más avanzados en la regulación del sector cripto en América Latina, abriendo la puerta a una nueva etapa en la integración entre las finanzas tradicionales y los activos digitales. La expectativa es que otras economías de la región sigan su ejemplo en los próximos años, adaptando sus políticas a las nuevas realidades de la economía digital global.



