Brasil propone un fondo global para proteger los bosques tropicales y frenar la deforestación

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El gobierno de Brasil presentará esta semana un nuevo fondo financiero global para proteger los bosques tropicales, una iniciativa que busca compensar a los países por mantener sus selvas en pie.

El anuncio coincide con el inicio de las negociaciones mundiales sobre el clima en la ciudad amazónica de Belém, donde el presidente Luiz Inácio Lula da Silva pretende posicionar al país como líder en conservación ambiental.


Un fondo de miles de millones para salvar los bosques

El instrumento, denominado “Fondo Bosques Tropicales para Siempre”, prevé distribuir 4.000 millones de dólares anuales entre 74 países con cobertura forestal significativa.
Su objetivo es crear un incentivo financiero permanente para detener la deforestación, mediante pagos de hasta 4 dólares por hectárea de bosque conservado.

La ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, explicó que el fondo “movilizará capital a gran escala mediante flujos financieros sostenidos para conservar la biodiversidad global”.


Un cambio frente a los modelos anteriores

A diferencia de los antiguos sistemas de bonos de carbono, el nuevo fondo se basa en verificación satelital directa. Los países recibirán los recursos solo si demuestran que sus bosques permanecen intactos.

Según el Banco Mundial, encargado de administrarlo, el fondo podría triplicar la actual financiación internacional para conservación forestal.

Sin embargo, los expertos advierten desafíos. El modelo depende de recaudar 25.000 millones de dólares iniciales de gobiernos y fundaciones filantrópicas, una meta que aún parece lejana.


El reto de conservar y producir

Los bosques tropicales cubren un tercio del planeta y absorben grandes cantidades de dióxido de carbono, clave para frenar el calentamiento global.
Pero la deforestación continúa: cada año se pierden cerca de 11 millones de hectáreas, según la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Brasil, pese a haber reducido la tala ilegal en los últimos tres años, enfrenta presiones del sector agropecuario y de la minería.
El estado de Pará, sede de la cumbre climática, es uno de los más amenazados por la expansión agrícola.


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