Bolivia se juega el futuro en un balotaje histórico en medio de una profunda crisis económica y escasez de combustible

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Con una economía asfixiada, largas filas por gasolina y un ambiente de incertidumbre, Bolivia se prepara para su primer balotaje presidencial este 20 de octubre. Dos figuras conocidas disputan una elección que, para muchos, «puede terminar de cualquier manera».

La cuenta regresiva para la segunda vuelta presidencial en Bolivia transcurre entre incertidumbre, malestar social y una aguda escasez de combustible que ha puesto en jaque la vida cotidiana y la economía del país. Es la primera vez en la historia que los bolivianos acudirán a las urnas para un balotaje, y lo hacen en un contexto excepcionalmente complejo.

Las imágenes de ciudadanos durmiendo en sus autos para asegurar un poco de gasolina se han vuelto parte del paisaje urbano. «Las filas en La Paz duran horas. En las zonas rurales, la gente puede pasar hasta cuatro días esperando combustible», relata Christina Stolte, directora en Bolivia de la Fundación Konrad Adenauer. El desabastecimiento no solo afecta al transporte, sino que impacta directamente en el comercio y el ciclo económico.

En Santa Cruz, uno de los principales motores económicos del país, el panorama no es mejor. “Hay dificultades incluso para ir a trabajar o a la escuela. El transporte público está paralizado porque no hay diésel, y eso también afecta a la maquinaria agrícola”, advierte la politóloga Vania Sandoval, de la Universidad Privada de Santa Cruz.

Una elección marcada por la urgencia económica

La falta de combustible y el deterioro económico han eclipsado otros temas relevantes de la agenda nacional, como los incendios forestales que arrasaron con más de 12 millones de hectáreas en 2024, el narcotráfico ligado al cultivo de coca o la crisis de legitimidad de las instituciones públicas. Incluso la figura siempre presente de Evo Morales ha quedado relegada a un segundo plano.

En este escenario, los candidatos que se enfrentan en el balotaje no son desconocidos para los bolivianos. Por un lado, Jorge “Tuto” Quiroga, exministro de Economía, exvicepresidente y expresidente, busca un regreso al poder. Político de derecha y antiguo aliado del expresidente Hugo Banzer —quien lideró una dictadura en los años 70 antes de volver a la presidencia por la vía democrática— Quiroga genera opiniones encontradas. “Todavía hay sectores que no olvidan el pasado militar del país”, señala Sandoval.

Su oponente, Rodrigo Paz, también viene de una familia política tradicional: su padre fue presidente, y ahora él busca capitalizar ese legado en un contexto donde la experiencia podría ser un arma de doble filo.

“Puede pasar cualquier cosa”

A días del balotaje, reina la incertidumbre. El caos económico, la escasez de combustible y la desconfianza en las instituciones han creado un clima impredecible. “Esto es como una película de suspenso. Puede pasar cualquier cosa”, dicen muchos ciudadanos en las calles.

Lo único claro es que Bolivia está ante una elección trascendental, no solo por su carácter histórico, sino porque el país necesita con urgencia una salida a su creciente crisis. El próximo presidente heredará un escenario desafiante, con demandas inmediatas de la población y poco margen para errores.


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