Boyacá Chicó y Deportivo Pasto protagonizaron un vibrante empate en el estadio La Independencia de Tunja, donde el marcador final 2-2 reflejó la intensidad de un duelo que tuvo todos los ingredientes. Más allá del resultado, el encuentro fue especial para Flabio Torres, actual técnico del equipo ajedrezado, quien se reencontró con el club que dirigió durante varias temporadas. Desde el pitazo inicial, se notó que para él este no era un juego más.
El primer tiempo fue cuesta arriba para el local. Deportivo Pasto se adelantó con dos goles que evidenciaron desconcentraciones defensivas del Chicó. Sin embargo, en la zona técnica, Torres no dejaba de dar indicaciones y mostraba una actitud desafiante, como si cada jugada significara la oportunidad de escribir una pequeña revancha personal. Su lenguaje corporal hablaba de un técnico con cuentas pendientes.
La reacción llegó en el segundo tiempo, liderada por un hombre que tenía su propia historia con el rival: Jairo Molina. El delantero marcó el primer gol para Chicó con un cabezazo certero que avivó el espíritu del equipo y recordó a todos la llamada “ley del ex”. Molina, que alguna vez defendió la camiseta del Pasto, celebró con euforia, mientras Torres lo aplaudía con el mismo fervor de quien sabe que ese gol tenía un valor simbólico.
El empate no tardó en llegar y con él, la explosión en el banco local. El segundo tanto de Chicó desató una celebración desbordada en Flabio Torres, quien gritó el gol con los puños en alto y se abrazó con su cuerpo técnico como si se tratara de una final. Fue la muestra más clara de que, aunque no se trataba de una victoria, el empate tenía sabor a redención.
Al final del encuentro, el técnico evitó declaraciones largas, pero su mirada decía todo. Fue un partido cargado de emociones personales, donde se jugó algo más que tres puntos. Flabio Torres logró que su equipo rescatara un punto con carácter, mientras que Jairo Molina se encargó de recordar que el pasado, en el fútbol, siempre puede volver… y cobrar factura.
