El duelo en los niños puede manifestarse no solo por la pérdida de un ser querido, sino también por cambios significativos, como mudanzas o cambios de colegio. Por esta razón, es esencial que los educadores aborden estas situaciones desde una perspectiva pedagógica, creando un espacio donde los niños se sientan libres de expresarse, ser escuchados y recibir la empatía que necesitan. “Es vital ofrecer un entorno seguro donde puedan manifestar sus emociones”, enfatizó Moreno.
Sin embargo, esta responsabilidad no recae únicamente en los docentes. Las instituciones educativas deben establecer un protocolo que brinde las herramientas psicológicas necesarias para un acompañamiento efectivo y un seguimiento continuo de cada caso, evitando complicaciones que puedan surgir de un duelo mal gestionado.
Moreno indica que los niños más pequeños suelen formular preguntas repetitivas sobre la persona que han perdido, mientras que los mayores pueden experimentar tristeza, distracción o incluso sentimientos de culpa, lo que impacta negativamente su rendimiento académico. Por lo tanto, es fundamental que los educadores estén atentos a posibles señales de aislamiento o cambios abruptos en el comportamiento, colaborando con las familias en estas circunstancias.
La experta también propone la creación de experiencias culturales mediante diversas expresiones artísticas, como el arte, la literatura, el teatro, la escritura y el dibujo, que permitan a los niños y adolescentes comunicarse libremente en momentos difíciles. Involucrar a profesionales de distintas disciplinas, así como a las familias y cuidadores, puede contribuir a formar un equipo de apoyo cohesionado.




