En los últimos años, Europa y Asia han sido escenario del auge de movimientos nacionalistas y gobiernos con tendencias autoritarias que desafían el orden político liberal establecido tras la Segunda Guerra Mundial. Desde Europa del Este hasta el Sudeste Asiático, cada vez más líderes promueven discursos centrados en la identidad nacional, el control migratorio y la soberanía frente a las instituciones internacionales. Este fenómeno ha generado un cambio profundo en la política global, con partidos ultraconservadores ganando terreno en países como Hungría, Italia, India y Filipinas.

La expansión de este nacionalismo autoritario ha encendido las alarmas entre organismos internacionales y defensores de los derechos humanos, quienes advierten que detrás de las banderas patrióticas se esconde la erosión de las libertades civiles y el debilitamiento de las instituciones democráticas. En varios países, las reformas impulsadas por estos gobiernos han restringido la prensa independiente, limitado la participación política y reducido la autonomía judicial, consolidando sistemas de poder concentrados en pocas manos.
A nivel global, los analistas prevén que este giro ideológico podría alterar alianzas históricas y transformar el equilibrio de poder internacional. El debilitamiento de la Unión Europea, la tensión en el Indo-Pacífico y la creciente influencia de potencias con modelos autoritarios, como China y Rusia, dibujan un nuevo mapa político mundial. El reto para las democracias tradicionales será encontrar formas de contrarrestar este avance sin caer en la polarización o el populismo que ha alimentado precisamente el auge de estos movimientos.




