En un operativo exitoso del Ejército Nacional, la temida comandante guerrillera alias Karina Cortés fue capturada en un golpe significativo a la estructura del Bloque Occidental Jacobo Arenas, una de las facciones más activas de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Según su historial delictivo con tan solo 26 años, la mujer había escalado rápidamente dentro de la organización armada, y su captura representa un importante avance en la lucha contra el narcotráfico, el terrorismo y el crimen organizado en la región nariñense, caucana y del valle.
Alias Karina Cortés no solo era una de las principales cabecillas de este bloque disidente, sino que también tenía un historial criminal que la hacía uno de los blancos más buscados por las autoridades colombianas. Especializada en explosivos, finanzas y estrategia política, era responsable de coordinar ataques y atentados, además de gestionar las operaciones financieras de su estructura. Su habilidad para movilizar recursos y gestionar la organización en áreas estratégicas del Cauca, Valle y Nariño la había convertido en una pieza clave dentro de la disidencia, lo que le permitió sostener el control sobre zonas de alto valor para las rutas del narcotráfico.
El operativo que llevó a la captura de Cortés y sus acompañantes se desplegó luego de un atentado con explosivos en el municipio de Patía, Cauca, que dejó un saldo trágico de un soldado muerto y dos más heridos. Este ataque, que fue atribuido a las disidencias del Bloque Occidental Jacobo Arenas, generó una respuesta inmediata de las fuerzas militares. Tras varios días de intensas labores de inteligencia y seguimiento, las autoridades lograron ubicar a la guerrillera junto a otros cuatro miembros de su estructura armada, quienes fueron detenidos durante un operativo en la zona rural del Cauca.




