La batalla por la visibilidad en línea de los aspirantes a la presidencia ya se libró en la arena digital. Un reciente informe del estudio Guarumo, que abarcó el periodo del 1 al 31 de octubre, analiza el desempeño cuantitativo de los precandidatos a la Casa de Nariño en diversas plataformas sociales: Facebook, Instagram, X (antes Twitter) y TikTok, incluyendo tanto seguidores como interacciones.
En Facebook, la exalcaldesa de Bogotá encabeza la lista con 1,32 millones de seguidores, seguida por la periodista Vicky Dávila (1,03 millones) y el exgobernador Sergio Fajardo (786 mil). Aunque el número de seguidores no siempre coincide con el nivel de interacciones, en esta ocasión la senadora María Fernanda Cabal lidera ese indicador con 2,01 millones de reacciones, comentarios y compartidos.
En X, Vicky Dávila domina también la escala con 4,02 millones de seguidores, casi el doble de los que tiene Claudia López (2,8 millones) en ese canal. Sin embargo, cuando se observan las interacciones, el orden cambia y Cabal, Dávila y el senador Iván Cepeda se destacan.
En Instagram, la periodista Dávila vuelve a ocupar el primer lugar en seguidores (más de 1,5 millones), seguida por López y el abogado Abelardo De la Espriella. Pero al mirar el engagement —esa combinación de reacciones, comentarios y compartidos— De la Espriella es quien obtiene el mejor resultado.
Finalmente, en TikTok, red conocida por su alto potencial de viralidad entre públicos jóvenes, Dávila también lidera con 720 mil seguidores, seguida por Santiago Botero y De la Espriella. Pero en términos de interacciones, Botero encabeza con 1,7 millones, dejando claro que en esta plataforma número de seguidores y nivel de engagement no siempre coinciden.
Especialistas consultados señalan que, aunque las redes sociales se han vuelto imprescindibles para instalar agendas políticas, medir reacciones ciudadanas y acercarse al electorado joven, no garantizan por sí solas la victoria electoral. Insisten en que la clave está en el engagement auténtico, el mensaje coherente, la capacidad de movilización territorial y la estrategia complementaria fuera de línea. De lo contrario, un gran número de seguidores en plataformas puede quedarse en pura apariencia sin traducirse en votos.
En conclusión, la carrera digital hacia la Casa de Nariño está en plena ebullición: quienes dominan métricas de alcance e interacción, sin embargo, deben dar el siguiente paso para convertir visibilidad en influencia real y redirigir esa fuerza hacia la calle, los territorios y los electores concretos.




