Sara Millerey, una mujer trans de 32 años, fue brutalmente asesinada en Bello, Antioquia, en un crimen que ha conmocionado a Colombia. Conocida por su resiliencia y belleza, Sara fue golpeada hasta sufrir fracturas en sus extremidades, dejándola indefensa antes de ser arrojada a una quebrada, donde murió ahogada. Su madre, Sandra Borja, relató con dolor cómo intentó salvarla mientras la multitud grababa el video que posteriormente se difundió en redes sociales.
El presidente Gustavo Petro ha exigido una investigación urgente, calificando el hecho como un acto de violencia transfóbica. Sara ya había expresado temores de violencia en sus memorias, y su amiga Ginna sospecha que detrás del crimen hay motivaciones de «limpieza social». A pesar de la oferta de recompensa por información, las autoridades aún no han realizado capturas, generando temor en la comunidad LGBT que vive con miedo tras este y otros asesinatos impunes.
Sara deseaba ser velada vestida de blanco y bella, pero su cuerpo deteriorado obligó a sus seres queridos a optar por un ataúd cerrado. Sus escritos reflejaban una fe constante y súplicas por protección ante amenazas desconocidas, ahora tristemente proféticas. Este trágico suceso ha puesto de relieve la urgencia de abordar la violencia y la discriminación hacia la comunidad trans en Colombia.




