Las “arrugas del sueño” son esas marcas que pueden quedar en la piel después de dormir. Lejos de depender únicamente de la edad, estos pliegues tienen mucho que ver con hábitos nocturnos como la postura al dormir o el roce constante contra la almohada.
¿Por qué aparecen?
- Se generan principalmente por la presión y fricción continua sobre la piel mientras dormimos. Por ejemplo, dormir de lado o boca abajo provoca que la piel facial, del cuello o del pecho se comprima de forma repetida.
- Con el paso del tiempo, estos pliegues pueden volverse permanentes si la piel pierde elasticidad y colágeno.
- Aunque la genética puede influir (algunas personas tienen más predisposición), el efecto mecánico es clave: posiciones que doblan o estiran la piel durante muchas noches contribuyen al problema.
- En edades más tempranas, la piel es más elástica y puede recuperarse más fácilmente. Pero con los años, los efectos se notan con mayor rapidez.
¿Qué posturas son mejores (y peores)?
- Peor para la piel: dormir de lado o boca abajo, ya que favorece la presión constante sobre zonas del rostro.
- Mejor para prevenir arrugas: dormir boca arriba es la postura recomendada, porque reduce el contacto de la piel con la almohada y minimiza las arrugas por roce.
- Es importante encontrar un equilibrio: elevar demasiado la cabeza puede generar arrugas en el cuello, mientras que mantenerla completamente plana podría favorecer hinchazón facial.
Más allá de la postura: cuidados complementarios
- Almohadas y fundas: las fundas de seda o materiales que reduzcan el roce pueden ayudar. También existen almohadas diseñadas para apoyar la postura boca arriba.
- Rutina de cuidado cutáneo:
- Hidratación diaria con ingredientes como ácido hialurónico, glicerina o ceramidas.
- Útil: usar sérum con retinol durante la noche, combinándolo con una crema más densa para proteger la piel ante la presión.
- Masajes faciales al despertar y otras técnicas como máscaras LED pueden contribuir a mantener la elasticidad.
- Calidad del sueño: Por encima de todo, lograr un descanso reparador es esencial. No vale cambiar de postura si eso implica dormir peor. Priorizar comodidad y bienestar general es clave.
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