Armero, los recuerdos de la mejor amiga de Omayra y el respeto a un volcán

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reinta y tantos años después de la tragedia de Armero, los recuerdos siguen vivos para quienes sobrevivieron a la avalancha provocada por la erupción del Nevado del Ruiz. Entre esas voces está la de la mejor amiga de Omayra Sánchez, la niña cuya historia recorrió el mundo y se convirtió en símbolo del desastre. Hoy, ella revive aquellos días con una mezcla de dolor, memoria y resiliencia.

La mujer, que entonces era una niña de barrio como Omayra, recuerda cómo el pueblo vivía bajo la sombra del volcán, pero sin la conciencia real del riesgo. La noche de la tragedia, dice, fue un caos absoluto: oscuridad, gritos, corrientes de lodo y la sensación de que nadie entendía lo que estaba ocurriendo. “Todo pasó en minutos”, relata. “Armero desapareció frente a nosotros”.

Sobre Omayra, habla con una ternura que el tiempo no ha borrado. Era, dice, una niña alegre, inteligente y muy unida a su familia. Saber que estuvo atrapada durante horas, y que el país entero la vio luchar por sobrevivir, aún le duele. Sin embargo, también reconoce que su historia se convirtió en una llamada de atención permanente sobre la necesidad de respetar la naturaleza.

Hoy, cuando el Nevado del Ruiz vuelve a ser motivo de vigilancia, muchos sobrevivientes insisten en que el país no puede repetir los errores de 1985. Piden mayor educación sobre riesgos volcánicos, planes de evacuación claros y una cultura de prevención que vaya más allá de los anuncios oficiales.

Para la amiga de Omayra, la memoria es un acto de responsabilidad: “Recordar no es quedarse en el pasado; es aprender para que algo así no vuelva a ocurrir”. Y mientras el volcán continúa respirando en las montañas de Tolima y Caldas, Armero sigue siendo una advertencia viva sobre la fuerza de la naturaleza y la fragilidad humana.


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