A lo largo de nuestra vida, pueda que jamás dejemos de tener miedo, algo que así que simple vista podemos pensar que no es de una persona valiente, sin embargo, me parece que la verdadera valentía no radica en no tener miedo, sino que ser valiente es hacer las cosas con todo y miedo. Aceptar el miedo y el dolor como parte de la vida, pero no permitir que nos defina, sino más bien aprender a vivir con él.
El miedo a ser herido, por ejemplo. Reconocer que la desdicha hace parte de la vida, pero aun así elegir amar, querer, arriesgarse por algo que consideras y en lo que crees firmemente, en la fe en las personas. Aunque amar nos dé miedo y aunque ese miedo nos haga dudar, quizá debamos recordar que las conexiones que formamos, los lazos que construimos, las experiencias vividas, son justamente las cosas por las que vale la pena vivir.
El dolor del duelo por la pérdida de una persona o por la pérdida de relaciones, es sin duda uno de los dolores más fuertes que una persona puede experimentar a lo largo de la vida y es este dolor el precio que se paga por amar, algo que puede desencadenar en un miedo latente a amar temiendo al ser herido en el proceso.
Sin embargo, aunque este dolor sea abrumador y te acongoje el corazón, no quisiera haber amado ni un poco menos, ya que, el dolor del duelo no se compara con la dicha de haberte tenido en mi vida, de haber decidido algo que nos señaló el corazón o nuestra voz interior, lo que nos pedía nuestros sentimientos, de seguir un camino que aunque pueda ser riesgoso a los ojos de otros o tenga críticas de parte del resto del mundo, lo elegimos caminar porque es lo que nos hace feliz, lo que nos hace ser nosotros mismos y ser real tanto con uno mismo, como con la otra persona que nos acompaña, porque en un mundo donde se finge tanto buscando no mostrar debilidad o miedo, ese bendito miedo, alguien que se muestre transparente ante los demás sin temor al qué dirán es en donde podremos encontrar refugio y ser nosotros, con miedos o sin miedos.
Y claro que entre más profunda una conexión, más puede doler, sí, pero también son esos escenarios de la vida que nos brindan las experiencias más enriquecedoras y más significativas y que incluso pueden transformar una vida, en algo lleno de sentido, en algo lleno de felicidad, en algo que nos haga pensar que valió la pena vivir, pues no se vive solo una vez, se vive todos los días y todos los días debemos hacerles frente a esos miedos que hacen parte de la vida, pero que no definen una vida.




