En Bat Yam, un barrio al sur de Tel Aviv tradicionalmente leal al gobierno de derecha de Israel, el impacto del conflicto con Irán se ha sentido de forma brutal. En la madrugada del domingo, un misil iraní alcanzó un edificio residencial de diez pisos, dejando al menos ocho muertos y decenas de personas atrapadas entre los escombros.
A pesar del dolor y los daños, muchos residentes siguen apoyando la ofensiva israelí iniciada el viernes, que ha tenido como blanco instalaciones nucleares, bases militares, sistemas defensivos y personal iraní. “Era necesario hacerlo”, asegura Veronica Osipchik, vecina de la zona. “Pero no esperábamos que nos afectara así”.
El ataque ha dejado a la comunidad sacudida, pero no dividida. En medio de la destrucción, predomina un sentimiento de firmeza: la convicción de que enfrentar la amenaza iraní, aunque con un alto costo, es una decisión inevitable.
