La traumática reubicación todavía se recuerda 46 años después.
“Ese era El Peñol, dirán los turistas. Pero quienes nacieron y crecieron en el pueblo tendrán que decir, allá era mi parcela, aquí donde se ven esas ruinas estaba mi casa, en esas tumbas lloré mis muertos, el verano ha hecho que a la superficie vuelvan todos mis recuerdos”.
El costo del progreso fue una traumática reubicación que generó protestas y descontentos en su momento. El nuevo casco urbano fue otra cosa: calles anchas y pavimentadas, edificaciones modernas, tantos parques como barrios y una plaza.
“Nadie está tan triste como yo por tener que partir de esta casa. Acá nací y esta propiedad pertenece a mi familia desde hace más de 100 años”, exclamó en enero de 1978 Antonio Hoyos Gómez, una de las miles de personas que tuvo que dejar El Peñol para ir a residir en el llamado Pueblo Nuevo.
El rosario de lamentos continuaba: “Unas casitas minúsculas, que desde lejos asemejan palomeras, reemplazarán la frescura de los viejos caserones de los pueblos paisas. Con precios que oscilan entre 110.000 y 220.000 pesos si es de una, dos o tres piezas, esas viviendas albergarán a buena parte de los habitantes de El Peñol que a lo mejor, durante el rest



