Alias Esteban cayó en combates internos entre estructuras ilegales

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La guerra sin cuartel entre grupos disidentes de las antiguas FARC sigue dejando víctimas de alto perfil en el departamento del Cauca. En las últimas horas se confirmó la muerte de alias Esteban, reconocido cabecilla del frente Dagoberto Ramos, quien perdió la vida durante fuertes enfrentamientos armados registrados en zona rural del norte del departamento. Según fuentes de inteligencia, este hombre era uno de los líderes más cercanos a Iván Mordisco, actual comandante del Estado Mayor Central, una de las principales organizaciones ilegales que operan en esta región del país.

Los hechos ocurrieron durante un cruce de fuego con hombres del Frente 57, comandado por Óscar Barreto, un antiguo miembro de esa misma estructura que decidió romper filas para formar su propio brazo armado. La confrontación tuvo lugar en el corredor estratégico que conecta los municipios de Corinto y Toribío, zona que desde hace meses se ha convertido en escenario de violentos reacomodos entre fracciones armadas que se disputan territorios, rutas de narcotráfico y control sobre comunidades.

Un reacomodo violento del poder en la región

Alias Esteban era considerado una figura clave dentro del aparato militar del Estado Mayor Central, por lo que su muerte representa un duro golpe para esta organización, que ha perdido importantes piezas de su estructura en las últimas semanas. De acuerdo con versiones de inteligencia, el ataque fue planeado directamente por Óscar Barreto como parte de una ofensiva interna para debilitar a sus antiguos jefes y afianzar su dominio sobre una zona vital para el tráfico de armas, droga y el cobro de extorsiones.

Este episodio refleja el nivel de fragmentación interna entre las disidencias de las FARC, que han pasado de alianzas tácticas a una guerra interna marcada por traiciones, emboscadas y eliminación de mandos intermedios. La muerte de alias Esteban se suma al reciente abatimiento de alias Cholinga, otro jefe del Estado Mayor Central que fue neutralizado por el Ejército Nacional hace apenas unos días en otra operación en el suroccidente colombiano.

La violencia sigue escalando en el Cauca

Para las comunidades del norte del Cauca, estos enfrentamientos no son ajenos ni lejanos. Los habitantes de zonas rurales de municipios como Caloto, Corinto, Toribío y Santander de Quilichao viven bajo el temor constante de quedar atrapados en medio del fuego cruzado. Las confrontaciones entre grupos armados no solo generan desplazamientos forzados y confinamientos, sino que también aumentan el riesgo de violaciones a los derechos humanos, especialmente en territorios con alta presencia de comunidades indígenas y campesinas.

A pesar de los esfuerzos institucionales y los anuncios de presencia militar reforzada, lo cierto es que estos territorios continúan siendo disputados por actores ilegales que no reconocen la autoridad del Estado y que han logrado insertarse en las economías locales a través de actividades ilícitas. La muerte de alias Esteban no garantiza una disminución de la violencia, sino que puede dar paso a nuevas vendettas, alianzas y conflictos.

Una crisis que se profundiza

Las autoridades militares y de inteligencia han señalado que seguirán monitoreando los movimientos de estos grupos, especialmente en corredores como el Cañón del Micay, la zona montañosa entre Miranda y Toribío, y áreas limítrofes con el Valle y Huila, donde las disidencias intentan fortalecerse. La situación en el Cauca no solo evidencia el fracaso de la reagrupación de excombatientes en estructuras estables, sino también una fractura acelerada dentro de las disidencias, que ahora luchan entre sí por el control de regiones estratégicas.

Mientras tanto, las comunidades siguen exigiendo respuestas claras, presencia real del Estado y estrategias integrales que vayan más allá de lo militar. La guerra interna entre los grupos armados ilegales sigue cobrando vidas, y lo hace sobre el dolor de una población que lleva décadas atrapada en medio del conflicto.


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