Semillas que se transforman en joyas que cuentan una historia de resiliencia y amor por la vida. Esta es la historia de Alexandra Soto y su emprendimiento ACAI Joyería Ecológica, que tiene presencia en la Semana de la Biodiversidad que se vive en Cali hasta el 5 de octubre.
A veces la vida se parte en dos. Para Alexandra Soto, ese quiebre llegó con un diagnóstico inesperado: lupus. Su cuerpo se volvió frágil, su ánimo se desplomó y la depresión la llevó al borde de la muerte. Sin embargo, en medio de esa oscuridad encontró una semilla. No era de melón, de açaí, ni de durazno: era la semilla de un renacer.
Comenzó pintando; apenas podía sostener el pincel entre sus manos temblorosas por la enfermedad. Luego vinieron los primeros diseños: piezas creadas con semillas que su padre recolectaba en su natal Guacarí, pequeñas pulseras de vida que parecían guardar el mensaje de una segunda oportunidad. De ese gesto nació ACAI Joyería Ecológica, un emprendimiento que le dio propósito a lo que muchos considerarían simple desecho, y que le devolvió a ella las ganas de vivir.
“Cada semilla es como yo, parecía olvidada, pero en mis manos volvió a tener sentido con un poco de amor propio”, dice mientras acomoda una pulsera que brilla con tonos tierra y verdes intensos.
Hoy, a sus 44 años y como madre soltera de un adolescente de 15, Alexandra no solo construye un sustento para su familia: también entrega al mundo piezas que son verdaderos símbolos de vida. Cada collar de mariposa, pulsera de semillas de jacaranda o flor de Inírida convertida en pendientes, requiere paciencia: limpiar la semilla, darle forma, colorearla, combinarla con materiales como frutos secos o cuentas de madera.
Es un proceso que demanda horas, pero que para ella se ha convertido en un ritual de sanación y una terapia física diaria. Su presencia en la Semana de la Biodiversidad 2025 no es solo la de una artesana: es la de una mujer que enseña que la naturaleza guarda caminos para sanar, y que del dolor también brotan flores.
¡Así recuperamos Cali!: con historias que nos recuerdan que la biodiversidad también vive en las personas capaces de transformar sus heridas en belleza.-





