Nueva Delhi — En una maniobra que eleva al máximo la tensión en Asia, India probó con éxito el misil balístico intercontinental Agni-5, un proyectil de fabricación nacional con capacidad de portar ojivas nucleares y alcanzar objetivos a más de 5.000 kilómetros, incluyendo en su rango directo a China y Pakistán.
La prueba, realizada en el estado de Odisha y confirmada por el Ministerio de Defensa indio, ocurre apenas una semana antes de la histórica visita del primer ministro Narendra Modi a Beijing, en medio de un complejo tablero geopolítico donde las tensiones, las alianzas estratégicas y la supremacía militar se entrelazan.
“El lanzamiento validó todos los parámetros técnicos y operativos del sistema de misiles”, informó la cartera de Defensa, destacando que el Agni-5 es una pieza clave en la estrategia de disuasión nuclear de India.
El misil que puede cambiar el mapa de Asia
El Agni-5 es una de las armas más avanzadas en el arsenal indio. Con un alcance superior a 5.000 kilómetros y la capacidad de transportar cargas nucleares de hasta 1,5 toneladas, puede golpear con precisión quirúrgica objetivos estratégicos dentro del territorio chino, incluyendo Beijing, Shanghái y Chengdú.
Según el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI), China posee 600 ojivas nucleares, mientras que India cuenta con 180. Con esta prueba, Nueva Delhi busca equilibrar fuerzas y enviar un mensaje claro: India no se quedará atrás en la carrera armamentista.
La prueba también envía un mensaje directo a Islamabad. India y Pakistán protagonizaron este año el conflicto fronterizo más sangriento en décadas, con incursiones armadas y víctimas mortales a ambos lados, encendiendo las alarmas en la comunidad internacional por el riesgo de una escalada nuclear.
China, Pakistán y la pugna por el Pacífico
China y Pakistán han consolidado una alianza estratégica en los últimos años. Islamabad es uno de los principales beneficiarios de la Iniciativa de la Franja y la Ruta impulsada por Xi Jinping y recibe el 81 % de su arsenal militar directamente de Beijing, de acuerdo con el SIPRI.
Este estrechamiento de lazos representa un desafío directo para India, que libra con China una batalla silenciosa por la influencia geopolítica en la región del Asia-Pacífico. La relación bilateral, ya de por sí tensa, empeoró drásticamente tras los enfrentamientos mortales en la frontera del Himalaya en 2020, los peores en 45 años.
El delicado juego diplomático de Modi
Paradójicamente, mientras India exhibe músculo militar, Modi prepara su viaje a Beijing para participar en la Cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que reúne a potencias como Rusia, China y Pakistán.
En su última reunión con Wang Yi, ministro de Asuntos Exteriores chino, Modi afirmó que “unas relaciones estables, predecibles y constructivas entre India y China contribuirán a la paz y la prosperidad regional y mundial”. Sin embargo, la prueba del Agni-5 parece contradecir este mensaje y ha sido interpretada por analistas como un golpe de autoridad previo a la negociación.
Estados Unidos entra en escena
La tensión no se limita a Asia. Estados Unidos sigue de cerca cada movimiento. Washington, que veía a India como contrapeso estratégico a China, ahora replantea su posición después de que el presidente Donald Trump amenazara con aranceles del 50 % por las compras indias de petróleo ruso.
Esta presión de la Casa Blanca podría estar acercando a India y China en ciertos frentes diplomáticos, alterando el equilibrio global y debilitando la estrategia estadounidense en la región.
Un continente en alerta máxima
La prueba del Agni-5 no es solo un avance tecnológico, sino un mensaje estratégico en un momento clave para el equilibrio de poder en Asia. Con tres potencias nucleares —India, China y Pakistán— en constante fricción, cualquier movimiento militar puede detonar una carrera armamentista sin precedentes.
Analistas advierten que la cumbre en Tianjin podría convertirse en el escenario donde se definirá si la región camina hacia una cooperación estratégica o si, por el contrario, se acelera un nuevo ciclo de confrontación.




