El Aeropuerto del Café vuelve a escena y, con él, renacen las expectativas sobre uno de los megaproyectos más polémicos y esperados del Eje Cafetero. Tras más de 40 años de promesas incumplidas, arbitrajes fallidos y retrasos técnicos, la terminal aérea ubicada en Palestina, Caldas, busca dejar atrás su reputación de obra inconclusa. La meta ahora es dar inicio a la construcción del Lado Aire de la Etapa I, considerado un hito para la conectividad de Manizales y la región.
La historia reciente de Aerocafé ha sido un constante vaivén entre avances y frenos. Desde el inicio de las primeras obras en 2005, el proyecto se ha visto afectado por fallas técnicas en los terraplenes, especialmente en los números 4 y 9, y por disputas judiciales con contratistas como la empresa española Obrascon Huarte Lain (OHLA). Además, ajustes en los diseños y problemas de planeación prolongaron la ejecución durante casi dos décadas, pese a que en 2009 el Gobierno Nacional declaró la obra de “importancia estratégica” y aseguró recursos para su desarrollo.
Sin embargo, el panorama actual es distinto. En julio de 2024, la Fiduciaria La Previsora S.A. asumió la administración del Patrimonio Autónomo Aerocafé, reemplazando a Scotiabank Colpatria. Este cambio es considerado clave, ya que por primera vez una entidad pública manejará directamente los recursos de un proyecto declarado estratégico mediante el Conpes 4140 de 2024 y que cuenta con financiación asegurada hasta 2028.
Para los defensores de la iniciativa, el nuevo esquema refuerza la transparencia, el control estatal y el compromiso institucional. No obstante, los críticos advierten que la entrada de La Previsora no elimina por sí sola los riesgos de manejo inadecuado de los recursos, por lo que será necesario hacer un seguimiento estricto a cada fase de contratación y ejecución.
La reciente convocatoria abierta en Secop II marca un cambio significativo en la manera de desarrollar el proyecto. Por primera vez, se implementarán metodologías como el BIM (Building Information Modeling), que permitirán monitorear los avances en tiempo real, reduciendo riesgos de retrasos y sobrecostos. Además, se establecieron obligaciones sociales y ambientales más rigurosas, entre ellas la contratación preferente de mano de obra local —con al menos una mujer por cada diez hombres— y el cumplimiento integral de la licencia ambiental expedida por Corpocaldas.
Con recursos asegurados, nuevas herramientas de control y mayor supervisión, el Aeropuerto del Café enfrenta una nueva oportunidad para materializar un sueño largamente aplazado y convertirse en un motor de desarrollo regional y competitividad para el Eje Cafetero.




