Adultos mayores conservan e impulsan la tradición del maíz

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En la Institución Educativa San Lorenzo de Yaramal, la memoria no se guarda en los libros, sino en las manos que amasan, tuestan y desgranan. Allí, el proyecto “Sabores y Saberes de las Abuelas” se ha convertido en un homenaje vivo a la cultura del maíz y a las mujeres que han hecho de este grano sagrado el corazón de su comunidad.

Las protagonistas de esta historia son Rosa Elvira Champutis de Chilamá y María Putacuar, dos sabias portadoras de la tradición culinaria ancestral. Con paciencia y generosidad, ellas han transmitido a los estudiantes los secretos de las preparaciones que durante generaciones han alimentado cuerpo y espíritu: envueltos, mazamorra, arepas, tostado, chicha y champús.

Cada receta compartida es más que un conjunto de ingredientes: es un acto de resistencia cultural. En tiempos en que los sabores industriales ganan terreno, este proyecto rescata los métodos tradicionales de cultivo, molienda y cocción del maíz, devolviendo valor a la tierra y dignidad a la cocina local.

Historias

Los estudiantes, guiados por sus docentes, documentaron las historias y procesos de cada plato, elaborando un recetario que no solo preserva la gastronomía, sino también la memoria oral y la identidad de su pueblo. En cada página se entrelazan los saberes de las abuelas con la curiosidad de las nuevas generaciones, formando un puente entre pasado y futuro.

Más allá del aula, la iniciativa se ha convertido en un ejemplo de educación con sentido cultural. En los fogones y los patios, los jóvenes descubren que el aprendizaje también se halla en la conversación, en el aroma del maíz tostado y en la sabiduría de quienes han vivido para cuidar la tradición.

“El maíz es vida”, repiten las abuelas. Es sustento, historia y símbolo de comunidad. A través de sus manos, los estudiantes comprenden que conservar una receta es conservar la memoria de un pueblo.

En San Lorenzo de Yaramal, el maíz sigue germinando. No solo en los sembrados, sino también en los corazones que aprenden a valorar sus raíces y a defender su identidad cultural. Porque el maíz no es solo cultivo: es memoria de nuestros ancestros que cultivaban la chagra.


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