Adriana Magali Matiz, relató que actualmente se evidencia una pérdida de 122 mil millones de pesos.

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El panorama para las Regiones Administrativas de Planificación (RAP), concebidas como instrumentos clave para el desarrollo regional y la descentralización, es preocupante bajo el gobierno actual. Aunque el discurso oficial promueve la descentralización, la realidad es distinta. Las RAP, que buscan empoderar a las regiones y liberar a los territorios del control central, están siendo desfinanciadas, lo que pone en riesgo su futuro.

Durante el reciente debate en la Comisión de Ordenamiento Territorial del Senado, realizado en Pereira, representantes de la Asamblea Departamental del Tolima, miembros de la RAP Eje Cafetero, expresaron su preocupación. Como presidente de la Duma, asistí al encuentro y me llevé una amarga impresión al presenciar cómo las RAP enfrentan obstáculos financieros impuestos por el gobierno central, lo que contradice las promesas de mayor autonomía territorial.

El Plan de Desarrollo del Gobierno Petro menciona el fortalecimiento de los esquemas asociativos territoriales, lo que debería beneficiar a las RAP. No obstante, las decisiones financieras quedan a discreción del Ejecutivo, lo que genera un control central sobre los recursos. En lugar de otorgar mayor autonomía a las regiones, el gobierno parece estar utilizando una política pública que perpetúa el centralismo.

Cabe acotar que el futuro de esta planificación, está en manos del presidente Gustavo Petro.

Además, la reciente reducción del 25% en las transferencias del Sistema Nacional de Regalías a los departamentos agrava aún más la situación. Para el Tolima, esta reducción significa una pérdida de 122 mil millones de pesos, afectando programas esenciales como el transporte escolar y la alimentación de los estudiantes. La gobernadora Adriana Magali Matiz ha advertido que este recorte financiero dejará a los territorios sin la capacidad de sostener sus proyectos.

A esto se suma la decisión de centralizar la expedición de pasaportes, lo que priva a los departamentos de una fuente de ingresos adicional. En el Tolima, la situación se agrava por las dificultades financieras que enfrenta la Fábrica de Licores del departamento, sumando otro golpe a las finanzas regionales. A pesar de este sombrío panorama, la lucha por una verdadera descentralización continúa. Las RAP, aunque debilitadas, seguirán siendo un baluarte para el desarrollo local. La resistencia de las regiones frente a la centralización es firme, y tarde o temprano, la descentralización se impondrá como una necesidad urgente para el progreso equitativo del país.


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