En medio del ajetreo diario de la ciudad de Pasto, todavía es posible encontrar fragmentos de la memoria cultural nariñense. Esa memoria se mantiene viva gracias al esfuerzo de jóvenes que, con orgullo y constancia, trabajan por rescatar las raíces ancestrales a través de productos tradicionales que poco a poco habían quedado relegados por la modernidad.
Uno de ellos es Efraín Díaz, un joven nariñense que todos los días recorre las calles del centro de la capital ofreciendo artículos antiguos, elaborados con técnicas heredadas de generaciones pasadas. Para él, su labor va más allá de una actividad económica: es un compromiso personal con la cultura. “En cada producto hay historia, en cada diseño hay una enseñanza que no podemos dejar perder”, afirma.
De acuerdo con Efraín y otros jóvenes artesanos, la pérdida de las raíces culturales se ha vuelto una preocupación latente. Muchos consideran que las nuevas generaciones han dejado de lado las prácticas tradicionales, arrastradas por la globalización y el consumo rápido. Sin embargo, iniciativas como esta se convierten en un faro de esperanza para quienes creen en la revalorización de lo propio.
Los productos antiguos que se ofrecen en Pasto incluyen utensilios elaborados en madera, tejidos hechos a mano, objetos de cerámica y elementos que en tiempos pasados eran parte fundamental de la vida cotidiana. Cada pieza es una invitación a reconocer la creatividad de los ancestros y a valorar la riqueza de un territorio diverso en costumbres. El testimonio de los jóvenes comerciantes resalta que el desafío no es solo vender, sino también sensibilizar a la comunidad sobre la importancia de consumir y apoyar lo local. “La gente a veces pasa rápido, mira con curiosidad y sigue su camino. Pero cuando se detiene y escucha la historia detrás de cada producto, entiende que está frente a un pedazo de nuestra identidad”, comenta Díaz.
