Abandonados por la administración

La junta acción comunal exige soluciones por las múltiples problemáticas
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La vida cotidiana de los habitantes del barrio Palmas Uno en la comuna diez de Neiva se ha convertido en un viacrucis. El agua potable, un derecho fundamental, llega de manera intermitente y sin horarios claros, lo que obliga a las familias a almacenar el líquido en tanques y canecas, exponiéndose a problemas de salubridad. “Nos toca madrugar para ver si llega agua, y muchas veces no pasa. ¿Cómo se supone que vamos a vivir así?”, denuncia Héctor Fabio Ramírez, vecino afectado.

Este escenario evidencia no solo la precariedad del servicio, sino también la falta de gestión municipal para garantizar la continuidad y calidad del suministro. En pleno siglo XXI, resulta inadmisible que un barrio urbano de la capital huilense padezca por lo que debería ser lo más básico.

Una caseta fantasma

La comunidad esperaba con optimismo la construcción de la caseta comunal, un espacio destinado para reuniones, actividades culturales y eventos comunitarios. Sin embargo, el proyecto, lejos de convertirse en un símbolo de progreso, se ha transformado en un motivo de indignación. La obra aún no ha sido entregada oficialmente y permanece en un limbo administrativo que genera más dudas que respuestas.

“Anunciaron la caseta como un beneficio para el barrio, pero hasta ahora solo vemos un edificio cerrado y sin uso”, expresan líderes comunitarios. A esto se suma que durante la construcción se ocasionaron daños a una vivienda vecina, cuyas grietas y afectaciones estructurales nunca fueron reparadas. La familia afectada lleva meses esperando una compensación que parece no llegar.

Autoridades

La falta de soluciones ha encendido el malestar de los habitantes, quienes consideran que las autoridades municipales brillan por su ausencia. “Solo se aparecen cuando hay elecciones, pero a la hora de atender los problemas reales, desaparecen”, asegura Ramírez con evidente frustración.

La caseta inconclusa, los daños sin reparación y la ausencia de agua potable regular son reflejo de una gestión que la comunidad califica como negligente. No se trata de favores, insisten, sino de derechos vulnerados y necesidades básicas incumplidas.

Comunidad

Cansados de esperar, los vecinos de Palmas Uno se organizan para visibilizar su situación en diferentes escenarios, incluso no descartan realizar protestas pacíficas para exigir que se cumplan las promesas. Los habitantes piden un cronograma claro de entrega de la caseta, reparaciones inmediatas a las viviendas afectadas y, sobre todo, un suministro constante de agua potable.

Mientras tanto, la sensación que queda es la de un barrio olvidado, donde el progreso prometido se quedó en discursos y las soluciones parecen una ilusión lejana. En Palmas Uno, la indignación crece al mismo ritmo que la desconfianza hacia la administración municipal.


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