Este 18 de noviembre se cumplen ocho años desde que el mundo del rock perdió a Malcolm Young, el guitarrista rítmico que marcó el corazón de AC/DC. Su partida en 2017 dejó un vacío difícil de llenar, pero su legado sigue vibrando en cada riff, en cada escenario y en cada fan que reconoce su influencia silenciosa pero decisiva.
El arquitecto del sonido
Malcolm no era el rostro visible de la banda, pero sí su columna vertebral. Mientras Angus Young electrizaba al público con sus solos, Malcolm sostenía el ritmo con precisión milimétrica. Fue el estratega, el perfeccionista, el que sabía exactamente qué debía sonar y cómo. Su estilo austero y contundente convirtió a AC/DC en una máquina imparable que vendió más de 200 millones de discos en cuatro décadas.
Desde su debut con High Voltage hasta el arrollador Back in Black, Malcolm fue el autor de los riffs más emblemáticos del grupo. Su última gira fue entre 2008 y 2010, con el disco Black Ice, antes de retirarse por problemas de salud. En 2014, se confirmó que padecía demencia, y fue internado en un centro especializado en Sydney.
Un legado que no se apaga
Angus Young, su hermano y socio musical, lo despidió con palabras que aún resuenan: “La unión que teníamos era única y muy especial. Malcolm fue la fuerza motriz de la banda”. Su influencia se mantuvo incluso después de dejar los escenarios, guiando la dirección creativa del grupo hasta el final.
En Argentina, su vínculo con el público quedó inmortalizado en los recitales de 2009 en River Plate, que dieron origen al álbum y DVD Live at River Plate. Ese sonido poderoso, sostenido por la base rítmica de Malcolm, sigue siendo referencia para músicos de todo el mundo.
Más que un guitarrista
Malcolm Young fue mucho más que un músico. Fue el pulso que ordenaba la energía de AC/DC, el líder silencioso que construyó una identidad sonora reconocible al instante. A ocho años de su muerte, su legado sigue vivo en cada canción, en cada escenario y en cada fan que entiende que el rock también se construye desde las sombras.



