6 propuestas científicas para enfriar el planeta y mitigar el cambio climático

Expertos y empresas desarrollan soluciones innovadoras para frenar el calentamiento global, desde robots que congelan el Ártico hasta parasoles espaciales, mientras crece la urgencia por evitar un aumento irreversible de temperatura
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En la búsqueda de soluciones al calentamiento global, varios proyectos científicos exploran formas innovadoras —y controvertidas— de enfriar la Tierra. Estas iniciativas, que van desde el uso de robots submarinos en el Ártico hasta la instalación de un gigantesco parasol espacial, reflejan el creciente interés por la geoingeniería como herramienta frente a la crisis climática. Sin embargo, la comunidad científica se mantiene dividida: mientras unos ven en ellas una esperanza necesaria, otros temen consecuencias imprevisibles para los ecosistemas y el equilibrio climático mundial.

Una de las propuestas más avanzadas es el proyecto Real Ice, que pretende congelar nuevamente el Ártico mediante robots submarinos capaces de bombear agua del mar a la superficie para que se congele. Este sistema busca replicar procesos naturales y recuperar la capacidad del hielo polar de reflejar la radiación solar. Con una inversión de 13 millones de dólares, se espera probarlo durante tres inviernos en el Ártico canadiense. Los expertos admiten que esta técnica podría alterar los patrones migratorios de especies como osos polares y focas, pero destacan su potencial para reducir millones de toneladas de CO₂ equivalente cada año.

Otra estrategia, considerada la más polémica, consiste en dispersar polvo mineral en la estratósfera para reflejar parte de la luz solar, inspirada en los efectos de erupciones volcánicas como la del monte Tambora en 1815. La Universidad de Cambridge, con apoyo de la agencia británica ARIA, experimentará con globos que liberarán partículas de dolomita, caliza y corindón a 50 kilómetros de altura. Aunque los científicos buscan entender cómo envejecen estos materiales, los críticos advierten que esta técnica podría alterar patrones de lluvia y dañar la capa de ozono, generando más riesgos que beneficios.

El fortalecimiento de la Corriente del Golfo es otra propuesta en desarrollo. El profesor Stuart Haszeldine, de la Universidad de Edimburgo, plantea usar paracaídas gigantes remolcados por barcos para transportar agua cálida desde el Caribe hacia el Atlántico Norte, evitando así el enfriamiento drástico del Reino Unido si la circulación oceánica se debilita. Aunque la idea aún está en etapa experimental, se considera una opción potencialmente viable ante la amenaza de un colapso climático regional.

En el ámbito espacial, científicos estudian la instalación de un parasol planetario en el punto de Lagrange 1, a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. Este sistema de reflectores gigantes bloquearía el 0,5 % de la luz solar, lo que podría reducir la temperatura global en un grado. Con un tamaño estimado de dos millones de kilómetros cuadrados y un costo inicial de más de 500.000 dólares en estudios de viabilidad, el proyecto enfrenta enormes desafíos técnicos, pero representa uno de los intentos más ambiciosos de geoingeniería solar.

Finalmente, se exploran soluciones basadas en la captura directa de dióxido de carbono. Empresas como Climeworks ya operan en Islandia y Suiza, utilizando ventiladores que extraen CO₂ del aire para almacenarlo bajo tierra, donde se convierte en piedra. Otras firmas investigan cómo reutilizar el gas en materiales de construcción o bebidas. Según estimaciones, esta tecnología podría eliminar hasta mil millones de toneladas de CO₂ por año para 2050, consolidándose como una de las alternativas más concretas para revertir el impacto de las emisiones y frenar el calentamiento global.


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