51 años del golpe de estado en Chile y el inicio de la dictadura de Augusto Pinochet

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Una imagen conmovedora ocupaba las portadas de los medios hace algunos días: se trataba del reencuentro entre una madre chilena y su hijo robado durante la época de la dictadura. El 11 de septiembre de 1973, poco antes de que naciera Jimmy Lippert Thyden -así se llama el hijo, que ahora tiene 42 años-, ocurría un suceso que cambiaría por completo el rumbo del país y que, todavía a día de hoy, es una herida abierta en la historia de Chile: el golpe de estado por parte de una Junta Militar. Sumido en una profunda crisis política y económica, el gobierno de Salvador Allende ya había vivido un levantamiento militar -el conocido como «tanquetazo»- que fue sofocado por el general que más tarde llevaría a cabo su propio golpe: Augusto Pinochet. A las 7:30 de la mañana del 11 de septiembre, el presidente fue informado de la sublevación por parte de la Armada y se dirigió inmediatamente al Palacio de la Moneda, en el centro de la capital.

Pocas horas más tarde lanzó al país sus últimas palabras, el discurso de su muerte: «Ante estos hechos, sólo me cabe decirle a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente». El mensaje concluyó con el inicio de los bombardeos sobre la casa del Gobierno chileno, donde Allende fue posteriormente encontrado al lado del arma con la que se suicidó, de acuerdo con el fallo de la Corte Suprema chilena publicado en 2014. La Moneda quedó destruida a causa del lanzamiento de cohetes que provocaron un incendio en el edificio, el cual había albergado para entonces a 23 presidentes y nunca, en 3 siglos de historia, había sufrido daños.

El toque de queda se instauró en todo el país a las tres de la tarde de ese mismo día, y horas después se reunieron en la Escuela Militar los cuatro comandantes que conformarían la nueva Junta Militar: Augusto Pinochet, jefe del Ejército; José Toribio Merino, Comandante en Jefe de la Armada; Gustavo Leigh, Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, y César Mendoza, director de los Carabineros. Ellos tomaron el «mando supremo de la Nación», con un gobierno conocido como el Régimen Militar. El inicio de la dictadura que duro 17 años empezo desde el 13 de septiembre, en la tercera página del periódico El Mercurio apareció el comunicado oficial que daba el pistoletazo de salida a un período oscuro en la historia de Chile: «Las Fuerzas Armadas y Carabineros están unidos para iniciar la histórica y responsable misión de luchar por la liberación de la Patria y evitar que nuestro país siga bajo el yugo marxista; y la restauración del orden y la institucionalidad», mencionaba uno de los puntos del escrito firmado por los cuatro protagonistas del golpe.

Este hecho dio inicio a un período de transición democrática caracterizado por la tensión entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas, las cuales, incluso tras entregar definitivamente el poder el 11 de marzo de 1990, siguieron estando bajo el mando de Augusto Pinochet.  Al contrario de lo que sucedía en otros países con sus respectivos dictadores, ocho años más tarde el general continuó participando en la política del país en calidad de senador vitalicio, aunque ello no le salvó de ser detenido en 1998 en Londres, en virtud de una orden emitida por Baltasar Garzón, un juez que buscaba hacer justicia por los españoles asesinados durante la dictadura chilena. Sin embargo, en el año 2000, Pinochet fue liberado por razones humanitarias, debido a su crítico estado de salud. A sus 91 años, Pinochet murió, y fueron suspendidos todos los procedimientos judiciales en los que estaba involucrado. Y con ello, una parte de la población chilena quedó sin respuesta a las más de 40.000 pérdidas civiles que el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) de Chile registró en su último informe sobre las víctimas de la dictadura.


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