En el municipio de Santander de Quilichao, el profesor Luis Alberto Sandoval Santacruz recibió un emotivo homenaje al cerrar un capítulo de 50 años dedicados a la educación. Entre aplausos, abrazos y una emotiva calle de honor, la comunidad quilichagueña rindió tributo a un hombre que fue más que un maestro: un guía, un amigo y una fuente constante de inspiración para generaciones de estudiantes. Su labor trascendió las aulas y dejó una huella imborrable en todos aquellos que tuvieron el privilegio de ser sus alumnos.
Legado
Desde sus primeros días en la escuela rural del Cabildo Indígena de San Francisco hasta su paso por la Escuela Rafael Tello y el Instituto Técnico, el profe Sandoval dejó un legado de enseñanza y valores en cada aula que ocupó. Su manera de enseñar iba más allá de impartir conocimientos; con su calidez y dedicación, logró tocar el corazón de cada estudiante, guiándolos no solo en el aprendizaje académico, sino también en la vida misma.
Familiar
Sin embargo, su mayor orgullo siempre fue su familia. Junto a su esposa, la también docente Marleny Chagüendo, construyó un hogar sólido basado en el amor, el respeto y los valores. Sus hijos Héctor Fabio, Claudia Lorena y Mónica Patricia, así como sus hijos adoptivos Beatriz, Ricardo y Jhon, y sus nietas, fueron siempre su mayor motivación, reflejando en su vida personal los principios que impartía en el aula.
Educativo
El legado del profe Sandoval no se mide solo en las décadas de enseñanza, sino en el respeto y cariño que ganó con su esfuerzo diario y su inquebrantable amor por la docencia. Fue mentor de miles, un constructor de sueños y un defensor de la educación con propósito, y su nombre quedará siempre en la memoria de quienes tuvieron el honor de aprender de él, tanto dentro como fuera del aula. Su adiós no es un final, sino un recordatorio de que la educación verdadera es aquella que se entrega con el corazón.
