1.500 adultos mayores participaron en el Primer Encuentro Intergeneracional organizado por la Alcaldía Municipal

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Mientras en Medellín el Cerro El Volador es un pulmón ecológico y un modelo de conservación urbana, en Popayán, el icónico Cerro de la Efigie parece haber quedado en el olvido. La situación de ambos cerros, guardianes naturales de sus respectivas ciudades, muestra dos enfoques opuestos sobre el manejo y la protección del patrimonio ambiental.

En Medellín, el Cerro El Volador ha sido transformado en un Parque Natural Metropolitano, un espacio protegido por el Área Metropolitana del Valle de Aburrá. Las autoridades locales han invertido en su conservación, creando senderos ecológicos, miradores y zonas de esparcimiento. Es un símbolo del compromiso de la ciudad con la sostenibilidad, un lugar donde ciudadanos y turistas pueden conectar con la naturaleza y disfrutar de un entorno seguro y bien cuidado.

Por el contrario, el Cerro de la Efigie en Popayán, conocido por ser el mirador de la ciudad y el lugar de la emblemática cruz y el letrero «Popayán», enfrenta un futuro incierto. A pesar de su enorme potencial turístico y ecológico, el cerro sufre de abandono, inseguridad y contaminación. La falta de una política de protección y de inversiones claras ha permitido la degradación ambiental y la presencia de desechos, lo que lo convierte en un lugar poco seguro para sus visitantes.

La dicotomía entre el Cerro El Volador y el Cerro de la Efigie es un llamado de atención. Mientras uno se erige como un ejemplo de planeación y cuidado ambiental, el otro se convierte en un símbolo del descuido. La diferencia entre ambos no está en su potencial, sino en la voluntad política y el compromiso ciudadano para proteger un activo que es vital para la identidad y la salud ambiental de la ciudad.


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