Treinta de los huevos rescatados en un solo nido en la isla Cousin —parte del archipiélago de Seychelles— fueron objeto de un proyecto pionero de incubación artificial. De los 18 huevos recuperados, 13 tortuguitas gigantes de Aldabra lograron eclosionar con éxito, marcando la primera vez que se consigue este resultado en conservación para esta especie.
Una semana después del nacimiento, las pequeñas ya se empiezan a fortalecer, alimentándose con rodajas de plátano y vegetales de hoja verde. Estos ejemplares pertenecen a una de las poblaciones más importantes de tortugas gigantes, capaces de superar los 250 kilogramos en peso y vivir más de un siglo, lo que las convierte en seres emblemáticos y clave para los ecosistemas locales.
El hallazgo fue posible gracias a una técnica novedosa que permitió detectar cuáles huevos que no avanzaban tenían embrión fertilizado viable. Se hizo un esfuerzo especial para seleccionar e incubar esas unidades, descartando que el menor éxito de eclosión en estado natural sea por problemas genéticos. En su lugar, los investigadores apuntan a factores ambientales como la humedad, la temperatura del suelo y la calidad del sustrato como las causas más probables de mortalidad embrionaria temprana en nidos salvajes.
Organizaciones como Nature Seychelles y varias instituciones científicas están promoviendo esta intervención como una herramienta complementaria para proteger a la tortuga gigante de Aldabra, cuya reproducción en estado natural tiene bajas tasas de éxito. Aunque advierten que la incubación artificial no es la solución definitiva, sí es un paso crucial para reforzar poblaciones en riesgo y ganar tiempo para restaurar condiciones naturales óptimas.
Las autoridades de conservación consideran que este éxito puede servir de modelo para otras especies amenazadas y otros territorios, incluyendo las islas Galápagos, donde existe una de las pocas tortugas gigantes restantes en el mundo.